De campaña
La firma de Julio Asencio en Hoy por Hoy Jerez
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La firma de Julio Asencio en Hoy por Hoy Jerez
Jerez de la Frontera
Acaba de arrancar la campaña de las elecciones andaluzas del 19-J. La utilidad pública de toda cita electoral es que los políticos en liza expongan bien claro cuáles son sus propuestas sobre los asuntos fundamentales que nos afectan a los ciudadanos. Es su deber democrático como candidatos a representantes públicos.
Sin embargo, hay partidos a los que no les interesa mostrar sus cartas (algunas muy marcadas). Unos optan por escurrir el bulto en temas comprometedores; otros se agarran simplemente a su sectarismo; y luego está el partido de las tres letras, que solo se dedica a enfangar la política con mentiras, barbaridades e injurias. Es una desgracia para la democracia, pero es obvio y bochornoso que siguen sacando tajada de su permanente campaña de odio.
Coincido con el periodista de esta cadena Fernando Pérez Monguió, un referente del periodismo andaluz, que en un reciente artículo acierta a decir que la cuestión principal tras las elecciones en Andalucía es si el señor Moreno Bonilla gobernará en solitario o en coalición con Vox. La pregunta es clave teniendo en cuenta las últimas encuestas sobre intención de voto, que vaticina para el partido del presidente en funciones una mayoría muy amplia, pero no absoluta.
Moreno Bonilla ha eludido una respuesta directa y diáfana, se ha escudado en un par de excusas dichas con la boca chica y en modo condicional: que no gobernaría con un partido que propugna acabar con las autonomías (se calla otros planteamientos ideológicos aún más terribles de tal partido) y que convocaría nuevas elecciones si no puede gobernar en solitario. ¿Cumplirá con esa doble promesa? ¿O emulará a su compañero de Castilla-León el señor Mañueco?
Asusta pensar que la próxima vicepresidenta andaluza sea esa advenediza señora de Alicante, de ideología tan funesta, lengua tan viperina y maneras tan chulescas. Basta con haberla escuchado anoche en el primer debate televisivo. Un insulto a la inteligencia, la ética y el civismo más elementales, por quien es y por lo que representa políticamente.




