Incendios

Córdoba

Este año la temporada de incendios forestales se ha adelantado a la de piscinas. El norte de Córdoba ha abierto la veda alertando de lo que pueden ser unos meses críticos, por efecto de un invierno seco, de una primavera escasa y de una prevención insuficiente. Lo dicen los bomberos del Infoca, que hacen turnos para apagar el fuego que hay que apagar y encender los que hay que encender. Ayer, un retén se desplazaba desde su acampada en San Telmo hasta las puertas de Canal Sur, donde tendría lugar el debate entre los postulantes a presidir la Junta. Lo que piden no es nada del otro mundo: estabilidad para vivir y formarse y más medios para hacer bien su trabajo, que no es cualquier cosa evitar que se calcinen los bosques o proteger a la población y al medio, antes y después de que aparezcan las llamas. Porque la realidad climática, negacionismos aparte, nos obliga a asumir una nueva cultura de la lucha contra el fuego basada en las labores preventivas, o al menos eso dicen los que saben. A esa tarea podrían haberse dedicado los 700 bomberos forestales que despidió la Junta tras la temporada de alto riesgo, pero como las sanitarias o los maestros, en Andalucía los bomberos forestales son héroes de usar y tirar.

No hubo palabras para ellos por parte de quienes aspiran a revalidar el Gobierno. En el mundo feliz que dibuja Moreno Bonilla, ese en la que no hay colas en Atención Primaria ni se cierran aulas ni se muere gente esperando valoraciones de Dependencia, tampoco hay bomberos precarios ni catástrofes evitables. Y así, mientras sus “jefes” les castigaban con su silencio, unos protestaban a las puertas de los estudios mientras otros daban por extinguido el fuego de Pozoblanco al tiempo que arrancaban las llamas en Villamartín, y un mapa coloreado de rojo advertía de lo que está por llegar. Solo es el principio de un largo verano. Y cuando acabe, habrá que preguntarse cuántos fuegos nos podríamos haber ahorrado.