Cambalache
Firma de opinión de Rosa Aparicio
Cambalache. Firma de opinión de Rosa Aparicio
01:52
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1656678409798/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Córdoba
No sé si será algún cortocircuito neuronal, pero en ocasiones a mi cabeza le da por amenizar musicalmente la realidad que me rodea. No ocurre siempre. Solo a veces. Un titular, una fotografía, un instante conecta aleatoriamente mi Spotify mental y lo pone en modo bucle.
En la última semana mi banda sonora se ha puesto tanguera. “Siglo XX, cambalache, problemático y febril”, escribía Santos Discépolo en 1934. No sé qué adjetivos pondría a este nuevo milenio en el que los acontecimientos se suceden a tal velocidad que no hay cabeza capaz de asimilarlos ni estómago para digerir tan incomible festín.
Hoy mismo andamos con la resaca de esa cumbre de la OTAN que ha reunido en Madrid a los mandamases de la geopolítica mundial. Una reunión histórica cuyas decisiones nos devuelven a lo que ya muchos llaman la Segunda Guerra Fría. Rusia vuelve a ser el enemigo, Estados Unidos amplía su influencia en Europa y el gasto militar se multiplica en detrimento de otras urgentes necesidades sociales en unas economías cada vez más depauperadas. Ya es sabido: la banca siempre gana.
De la importancia de esta cita de líderes internacionales han dado cumplida cuenta todos los medios de comunicación. Un alivio para Sánchez. El supuesto éxito de España como anfitriona de una reunión histórica en la que el boato y el glamur de los líderes y sus consortes paseando por El Prado o de compras por la milla de oro madrileña han encubierto las vergonzantes imágenes de la masacre en la frontera de Melilla. Ese flanco sur que ahora la OTAN parece incluir en la nueva definición de integridad territorial en la que personas desesperadas son asesinadas por fuerzas policiales de un país no democrático y consideradas una amenaza para el nuestro. Bien resuelto, diría aquel.
“Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé. En el 510 y en el 2022 también”.