Esperanza para las alamedas de la Vega de Granada: El proyecto LIFE y el precio récord de la madera alientan la creación de viveros de chopo
La apuesta de los viveristas de Santa Fe, que este año cuadruplican su producción de plantones, es síntoma de la recuperación de las alamedas en la provincia
Granada
El proyecto LIFE Wood for Future y el precio récord de la madera de chopo en el mercado han alentado la creación en la provincia de tres nuevos viveros de planta certificada en los dos últimos años. Ante los síntomas de reactivación de este cultivo tradicional, los empresarios Juan Carlos Cano, Curro Santos e Isaac Rodríguez, todos ellos con sede en Santa Fe, en la Vega de Granada, han apostado por ampliar exponencialmente la superficie dedicada a la crianza de nuevas plantas con las que abastecer sus propias choperas y surtir a los selvicultores del entorno.
“El vivero de planta certificada nació de la propia necesidad para replantar nuestros 600 marjales (unas 32 hectáreas) de choperas. Cuando conocimos por primera vez el proyecto LIFE, se nos encendió la bombilla, porque vimos que en Granada no había ningún vivero de planta certificada. Nos abastecimos con plantas de León y así nació Certichopo en 2021”, explica Curro Santos, socio en Hermanos Santos Nieto, que el año pasado vendió 12.000 ‘barbones’ de un año y para el año que viene tendrá disponibles más de 55.000.
Uno de los principales motivos del aumento de la demanda es el precio de la madera de chopo, que está alcanzando cifras récord a causa de la escasez de esta materia prima en el mercado. En Andalucía, gracias al clima, el ciclo de corta es de unos 10-11 años, por lo que ahora se está notando el abandono de la populicultura por su falta de rentabilidad durante los años de la crisis de 2008-2014 y su sustitución por cultivos intensivos de rentabilidad anual, como el maíz, el espárrago, el ajo o la alfalfa. En Castilla-León, líder en España en populicultura, se han alcanzado este año precios históricos, con lotes a más de 250 euros el metro cúbico en la subasta de Zamora.
“En 2015 se estaba vendiendo el metro cúbico de madera a 35 o 36 euros. Era regalar el trabajo de diez años. El año pasado se vendió en torno a 75 euros y este ya tengo una oferta de 110 euros”, explica Juan Carlos Cano, que cultiva 123 hectáreas de chopo tanto en la Vega como en la comarca de Guadix en régimen de propiedad, renta o aparcería. Propietario de Agroservicios Hijo Celedonio SL, su vivero de 3 hectáreas en Santa Fe vendió 14.000 plantones en 2021 y este año ha plantado 25.000.
“La única manera de que la gente se anime a plantar chopos es que vean que se trata de un cultivo rentable. Esperemos que se animen y se recuperen las alamedas de la Vega”, corrobora Isaac Rodríguez, que tiene 30 hectáreas de choperas en su finca de la carretera de Atarfe, se ha dedicado siempre a criar plantas jóvenes y este año, por primera vez, lo hará con 28.000 plantas certificadas.
Madera con garantías
Hasta ahora, muchos selvicultores producían sus propios arbolitos a partir de estaquillas procedentes de la poda, o se las compraban a otro propietario, pero no podían garantizar su trazabilidad ni su estado fitosanitario. La certificación garantiza el clon (variedad) de árbol del que se trata y, por tanto, sus características de densidad, elasticidad y resistencia, algo imprescindible cuando esa madera va destinada a la fabricación de elementos estructurales para la construcción.
Gracias a la gran capacidad de enraizamiento y crecimiento del chopo, una estaquilla de 30 centímetros brota y se convierte en un ‘barbón’ de cuatro o cinco metros en tan solo un año, dispuesto para ser plantado entre enero y marzo, una vez pasados los días más fríos del invierno. En el vivero, los plantones exigen “un cuidado diario” –regar, tratar posibles plagas, limpiar los tallos y escardar malas hierbas– para garantizar el crecimiento de árboles fuertes y sanos.
La Diputación de Granada, socio de este proyecto, acaba de inaugurar en el Vivero Provincial un campo de cepas madre de chopo certificado que asegura la existencia de planta certificada a nivel local para estos viveros y otros que puedan implantarse en la provincia.
Prueba del interés que está despertando este cultivo tradicional es que, de las 1.270 hectáreas que reúne la recién creada Agrupación de Productores de Chopo de Granada Marjal, 318 son ‘nuevas’, es decir, estaban dedicadas hasta ahora a otros cultivos o sin uso.
Captación de CO2 y empleos verdes
Antolino Gallego, catedrático de Física de la Universidad de Granada y coordinador del proyecto, ha expresado su satisfacción ante lo que considera un síntoma de que la recuperación de este cultivo tradicional, que había pasado de unas 12.000 a 4.000 hectáreas en los últimos veinte años, ya ha comenzado, lo que abre unas perspectivas esperanzadoras de cara a la creación de una industria local de elementos estructurales de madera para la construcción sostenible y garantiza el suministro a las industrias de envases ya existentes.
“Es una buena noticia no solo para la economía de la provincia, sino también para el medio ambiente, ya que las choperas tienen una elevada capacidad de captación de carbono de la atmósfera, hasta 30 toneladas por hectárea y año, y aportan otros múltiples beneficios ambientales: actúan de filtros verdes que limpian el agua que llega a los acuíferos, moderan las avenidas de los ríos y protegen de la erosión, refrescan el ambiente, conservan la calidad del suelo, mejoran la calidad del aire y son hábitat para muchas especies de fauna”, recuerda Gallego.
Así, ha recordado que solo los 108.000 barbones existentes en estos tres viveros, que se convertirán en árboles en 2023, habrán absorbido 70.000 toneladas de CO2 cuando termine su ciclo en 2033, contribuyendo de forma muy significativa a la mitigación del cambio climático.
“La creación de estos viveros privados implica más bioeconomía y más empleos verdes”, concluye el coordinador del proyecto LIFE.
Por el momento, en Granada la mayor parte de la madera de chopo se dedica al ‘desenrollo’, que consiste en cortar el tronco en espiral para obtener una lámina fina con la que se fabrican envases de fruta o tableros contrachapados. Sin embargo, el uso de planta certificada y el aumento del marco (distancia entre árboles) permite aumentar el diámetro del tronco y la calidad de la madera y, por tanto, mejorar sus expectativas en el mercado y su uso en sectores donde las exigencias de calidad son mayores, como la construcción sostenible.
LIFE Wood for Future/Madera para el Futuro es un proyecto financiado por el programa LIFE de la Unión Europea en su estrategia contra el cambio climático y participado por la Universidad de Granada, la Diputación, la Confederación de Organizaciones de Selvicultores de España, la Universidad de Santiago de Compostela y la spinoff 3eData. Cuenta con financiación europea para impulsar la recuperación de las alamedas de Granada a través del impulso a una bioeconomía del chopo en la provincia. Uno de sus mayores logros ha sido propiciar la constitución de la Agrupación de Productores Marjal, que reúne a 70 propietarios con casi 1.300 hectáreas de choperas, con el objetivo de realizar una gestión común para obtener madera de calidad y ejercer una defensa común de sus intereses.