El orgullo
Firma de opinión de la poeta Juana Castro, en Hoy por Hoy Córdoba
Orgullo. Firma de opinión de Juana Castro
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Córdoba
Mientras la televisión mostraba las calles del orgullo, ahora LGTBIQ, recordaba yo los tiempos de infancia en mi pueblo, cuando ser mariquita era igual a cómico. Para ser mariquita había que ser gracioso. Hacer reír, decir chistes, disfrazarse. O, en el otro lado, ser normativo, casarse, tener hijas o hijos. Pobres hombres convertidos en costureros, pintores-encaladores de brocha, con su erotismo travestido en cuidadores de macetas y patios o en finos artesanos de flores de tela para adorno de altares o de cómodas.
Quiénes tendrían el porvenir más duro, ellos o ellas, las mujeres que igual se subían a un andamio que dirigían la matanza o se especializaban en capadoras de animales.
Con el carnaval llegaba también la libertad de, por un día, travestirse del otro sexo, y sonsacar a las y los especta-mirones, en las esquinas o a la puerta de sus casas. Había gracejo y a veces gracia gorda en aquellas conversaciones trufadas de risas, mostrar detalles de la propia identidad y esconder otros, en el juego del no me conoces.
Cuánto sufrimiento en aquellas identidades acomplejadas o sueltas, libres o escondidas. Ahora el Día del Orgullo muestra su verdad, y nadie ya tiene que esconder su elección sexual.