La línea todo por descubrir: edificios militares de costa

Baltasar Gómez
La Línea de la Concepción
Hoy les invitamos a dar un paseo histórico por la playa de levante de La Línea de la Concepción, sembrada de distintos edificios militares con diferente origen, pero unidos en el servicio a España. Por rigor, nos quedaremos con la fotografía que tendríamos si tomáramos la imagen en mitad del siglo XVIII, reinando Fernando VI.
Partiríamos desde la Torre del Diablo, en el término de Gibraltar. Es una de las tres torres vigías que también sirvieron como molinos en el istmo, construida al menos a mitad del siglo XVI. De planta circular, fue construida sobre una afloración rocosa. Se accedía a su interior a través de una escalera de apoyo que daba paso a una puerta 3 metros por encima de las rocas donde se asentaba, accediendo así al primero de los dos cuerpos del edificio.
Caminando hacia el norte, veríamos dos pequeñas construcciones: una barraca de 24 varas cuadradas perteneciente a Real Hacienda del Tabaco y otros contrabandos, destinada combatir el comercio ilícito con la colonia. Estaba construida de juncos, cañas y palos rollizos.
Muy cerca, llegando al fuerte de Sta. Bárbara, habría un cuerpo de guardia de mampostería con una superficie de 70 varas cuadradas y compuesta por dos cuartos.
Al este de la Línea de Contravalación, una construcción destinada al control del contrabando principalmente, construida entre 1730 y al menos 1738, encontramos el fuerte de Sta. Bárbara. Disponía de los clásicos elementos de un edificio de estas características, como son cuarteles, una pequeña cocina, el polvorín, pozos… se accedía a las troneras por una rampa, donde se montaban cañones de a 16 y a 24 libras. Estaba rodeado por un foso de arena. Junto al rastrillo de acceso por poniente se hallaba un cuartel de caballería y hacia el norte se emplazaba un cuerpo de guardia.
El siguiente edificio es una pequeña batería abaluartada que estaba ubicada junto a la actual parroquia de Ntra. Sra. del Carmen denominada batería de la Tunara. Contaba con un cuerpo de guardia adyacente y estaba formada de mampostería y diferentes maderas, de roble, pinsapo y pino, para el puente, puertas y cubiertas. Montaba una artillería con cuatro cañones de a 16 y a 24 libras.
A 30 varas se encontraba un cuerpo de guardia de 96 varas cuadradas y una barraca a 40 varas acogía a cinco artilleros.
Otra barraca, la de Sabá, con 65 varas cuadradas, también acogía a 5 soldados. Con suelo empedrado, estaba formada por juncos, cañas y palos rollizos. Distaba de Torre Nueva a un cuarto de legua.
Le seguiría en el paseo, Torre Nueva o torre de Sabá. Se trata de una torre almenara que anteriormente había formado parte del sistema defensivo de la costa, igual que la torre del Diablo. De planta circular, alcanza una altura de 17.5 varas. En su plaza de armas encontraríamos cuatro troneras, tres aspilleras, y una garita cubierta con bóveda de cañón. A través de una serie de escalones embebidos se descendería a un espacio abovedado, donde había una parte destinada a cocina con salida de humos. Con ventana y puerta, se podría salir de la torre a través de una escalera de apoyo o de cuerdas de esparto.
A 20 varas existía un puesto de guardia de Caballería, demolido hace pocos años, sin sentido conocido.
Avanzando por la playa y casi concluyendo el paseo, nos encontraríamos con varias barracas: la del Peñón de las Cuevas; más adelante, a medio cuarto de legua de la torre de Punta Mala, la barraca del mismo nombre; y, por último, la barraca de las Cuevas. Todas ellas construidas con cañas, palos rollizos, y juncos.
Terminamos nuestro recorrido en otra torre vigía, denominada de Punta Mala, ya en el término municipal de san Roque, con características similares a la de Torre Nueva.




