Lo que rodea a este "nuevo" futbol
La firma de Ángel Revaliente

MADRID, 14/09/2022.- El delantero del Real Madrid Vinicius Jr durante el partido correspondiente al grupo F de la Liga de Campeones de la UEFA EFE/JUANJO MARTIN / JUANJO MARTIN (EFE)

Le decía el otro día a mi amigo Fernando, el taxista, que me chirriaba que se estuviese comentando hora y otra del bailecito de Vinicius y no del golazo de Valverde por ejemplo, que se hablase de la futura camisa blanca del Barcelona y no de la presencia de Joaquín con cuarenta y tantos años en una competición europea, que Koke entrase a la pregunta de la forma de actuar del 11 del Real Madrid en lugar de ahondar en los problemas de su propio equipo. Y es que me escuecen muchas cosas de este fútbol moderno, entre ellas que se esté más pendiente de un programa, en el que según me cuentan, porque me resisto a verlo, se grita más que se habla que de escuchar la realidad de lo que se cuece en el seno de una RFEF que ha visto como un equipo no ha podido entrar en competición, en Primera RFEF, y ha sido "desinscrito" aunque con muchísimas lagunas jurídicas, según los expertos, que conducirán, más tarde que pronto desagraciadamente, a darle la razón al Internacional madrileño o que, por otra parte, se ha visto salpicada por presuntas acciones corruptas, la última el supuesto pago de fiestas sexuales con tarjetas de la institución, sin que nadie, como hubiese hecho Butanito García, haya puesto en marcha una investigación para esclarecer el asunto y, en caso afirmativo, echar por donde vino al presidente del ente federativo.

LAS ROZAS (MADRID), 12/09/2022.- El presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales durante el homenaje a la selección sub-19 de fútbol sala, que se ha proclamado campeona de Europa, durante un acto en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, Madrid, este lunes. EFE/ Rodrigo Jiménez / Rodrigo Jiménez

LAS ROZAS (MADRID), 12/09/2022.- El presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales durante el homenaje a la selección sub-19 de fútbol sala, que se ha proclamado campeona de Europa, durante un acto en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, Madrid, este lunes. EFE/ Rodrigo Jiménez / Rodrigo Jiménez
El fútbol moderno no es solo la constitución de las llamadas SAD, porque al final y a la postre en muchos casos los clubs deportivos se rigen por las mismas normas y como ejemplo ahí está el Barcelona y sus ya famosas palancas, cuya gestión la hubiese firmado el más depredador de los accionistas de cualquier de las entidades deportivas que pueblan este país que se sigue llamando España. El nuevo fútbol es aquel donde los niños aprenden en escuelas, con césped artificial y con los padres y también las madres, queriendo saber más que el entrenador o monitor, en lugar de hacerlo en las calles, enfrentándose uno contra uno, ingeniándoselas para regatear en un palmo de calle y sabiendo que, a la menor, te vas al suelo y sangrará tu rodilla al darse contra una de las piedras, con lo que estamos creando jugadores que parecen salidos de un invernadero donde todas las frutas son iguales y a los que les falta desparpajo y creatividad. También en esta nueva forma de entender el once contra once se está más pendiente del peinado o del último tatuaje del ídolo de turno, al que por cierto no se le puede uno acercar por la calle porque ya no para en el bar de tapa y cerveza sino en grandes y exclusivos establecimientos, que del partido en sí del domingo. Ya casi ni se puede discutir si un árbitro se ha equivocado, porque ahora es el VAR quien decide a costa de parar cinco minutos un partido mientras trazan las líneas del fuera de juego. Incluso ya no hay que estar dos horas antes en el campo porque ya lo asientos están numerados y no vas a perder tu sitio favorito. Tampoco se ve a la gente llenando un partido matinal de Regional porque ya solo importa el Madrid o el Barcelona porque es lo que nos venden desde la tele o incluso desde la radio y prensa nacional.
No me gusta este fútbol de baile, de pelados cambiados cada semana, de tatuajes, de árbitros que no dejan pasar ni una y de futbolistas que parecen maniquís..Y me acuerdo de Benito, de Migueli..de nuestro Ernesto Bailaro, de mi admirado Piñero y de toda esa gente que salió del barro para hacerse grandes, también como personas, en los campos de césped donde no tenían amigos, donde defendían con carácter a su equipo y donde tenían la única máxima de jugar al fútbol y pelear al límite cada balón, tal y como habían hecho desde que nacieron en las plazoletas de sus viviendas. Ese futbol es el que añoro. Un fútbol de verdad donde lo único que valía era el balón, que era el protagonista de todas las charlas.




