Serrat regala una última noche mágica en La Axerquía

Córdoba

No fue un concierto más, fue una comunión colectiva en torno a la canción y a su maestro.

El teatro de la Axerquía se llenó este domingo de un público heterogéneo e intergeneracional unido por un hilo sentimental. El tejido a lo largo de 57 años por Joan Manuel Serrat. Abuelas con sus nietas, parejas que se han enamorado con sus canciones, hijos llenos de una cultura heredada y amantes de la música.

La emoción de ver por última vez al de Poble Sec en su última gira, 'El vicio de cantar 1965-2022', se sentía en los minutos previos al concierto. Unas cortinas de teatro, una gran pantalla, una pequeña mesa de tablao y un taburete se llenaron de historias de amor, desamor, infancia y deseos de libertad gracias a la fantasía y el compromiso de Serrat, acompañado siempre de los mejores.

Serrat volvió a estar arropado por el virtuosismo de Ricard Miralles al piano y Josep Mas a los teclados, David Palau a la guitarra, Uxía Amargós con el violín (que también cantó junto a Serrat 'Es caprichoso el azar'), Vicente Climent a la batería, Rai Ferrer con el contrabajo y José Miguel Pérez "Sagaste" con los vientos.

Con todos los corazones entregados, 'Dale que dale' inició el exquisito recital, para el que el artista pidió no caer en la nostalgia. "Piensen que a partir de ahora todo lo que tenemos por delante es futuro", aseveró al público.

Pero nos condujo a un largo paseo emocional por la infancia con 'Mi niñez' y 'El carrusel del Furo', por la familia y los paisajes vitales con la 'Cançó de Bressol' y 'Pare' y, por supuesto, por los amores.

Amores reales y ficticios porque "los personajes no son ni de verdad ni de mentira". Desde el más trágico y apasionado, contado en el 'Romance de Curro El Palmo' hasta la pureza de 'Lucía', que el público recibió con emoción.

No faltó Miguel Hernández con todo un himno coreado por los presentes: 'Para la libertad'. Ni la bellísima y sutil interpretación de 'Nanas de la cebolla'. Con el poeta también había empezado el concierto. Tampoco Machado, con 'Cantares' y 'La Saeta', que llegaría con los postres de este intenso menú.

Por la fresca noche cordobesa se paseó la 'Señora' y brillaron los colores musicales de 'Tu nombre me sabe a hierba'.

La voz de Serrat se creció a cada canción. Y 'Mediterráneo' llenó de luz y sal los paladares y los ojos. Por cierto, humedecidos en muchos de los asistentes desde los primeros sonidos de piano.

Serrat no se marchó de Cordoba sin interpretar la mítica 'Penélope' y 'Fiesta'. Y eso fue la cita del domingo en la Axerquía, una fiesta de la emoción más profunda despertada Joan Manuel Serrat y los suyos.

"Se acabó.

El Sol nos dice que llegó el final.

Por una noche se olvidó.

Que cada uno es cada cual. Vamos bajando la cuesta.

Que arriba en mi calle, se acabó la fiesta"