Más o menos andalucistas
Más o menos andalucistas. Julio Canto. Firma de opinión
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Córdoba
Faltan más de cuatro meses para el día de Andalucía, pero a nuestros políticos se les está llenando ya la boca reivindicando el andalucismo para sí mismos y sus partidos. El 28 de febrero todos lo son. Todos salvo los de Vox que sólo utilizan el verde como color corporativo de su partido, abrigados siempre en la rojigualda. El 28F twitter y otras redes sociales se llenan de reivindicaciones del acento, medias verdades y, sobre todo, un victimismo tan maquillado como los ojos de Manu Sánchez.
Pero el resto del año suele contar menos la bandera que las habichuelas. El último episodio lo hemos visto con la concesión de vuelos regulares entre Málaga y Nueva York. Una ruta a la que aspiraba también el aeropuerto de San Pablo, en Sevilla. Ahí a nuestra capital y a sus políticos se les olvidó el andalucismo y empezaron a denunciar trato de favor a Málaga, cuna de Moreno Bonilla. Se le olvida a Sevilla que el de Málaga es uno de los pocos aeropuertos rentables de AENA, que tiene conexiones con numerosas capitales europeas y que el de Sevilla recibió un rejonazo con la llegada del AVE en 1992. Se les olvida también que, por aquel entonces, nuestra capital y Andalucía tuvieron que escuchar también acusaciones de trato de favor por ser Sevilla la cuna del entonces presidente del gobierno, Felipe.
Mientras el resto de los andaluces, especialmente los del centro de la comunidad, pueden elegir a qué aeropuerto ir, si no tienen uno en su ciudad. Y es que el trayecto, por ejemplo, entre Córdoba y Málaga o Córdoba y Sevilla dura más o menos lo mismo que lo que yo tardo en transporte público en llegar de mi casa al aeropuerto internacional de Berlín. Así que no es que Córdoba no tenga aeropuerto, sino que en realidad tiene dos.
Andalucía no es sólo lo que ve cada uno de ustedes cada día, su ciudad o su barrio. Andalucía es también el barrio y las necesidades de gente que está a cientos de kilómetros de distancia y eso obliga a veces a ceder, a perder. Eso debe ser también andalucismo. Lo demás es ser muy cateto.