El talento escondido

Jerez de la Frontera

La reciente desaparición del periodista Jesús Quintero, viene haciendo correr ríos de tinta. Como casi siempre pasa en esta querida tierra, ahora se ensalza su figura cuando hasta hace bien poco se había convertido en más o menos un fantasma, un muerto civil. Qué gran verdad es que en España solo hablamos bien de la gente cuando «se ha ido para el jardín», como diría el ‘Beni de Caí’.

Y su marcha definitiva, ha dejado al descubierto -para muchos que no lo conocían- a un extraordinario colaborador: al poeta Javier Salvago (Paradas, Sevilla, 1950). A él, que trabajó principalmente los guiones de los programas de Quintero por treinta años, le debemos muchos o casi todos los extraordinarios textos que el periodista declamaba con su voz grave y pausada. A nivel poético, está encuadrado en el grupo de ‘Poesía de la experiencia’ con nombres más mediáticos que el suyo como el roteño Felipe Benítez Reyes, Luis García Montero, Carlos Marzal y Vicente Gallego.

Algo pesimista, aunque él diga que más bien es realista, su poesía se basa en el tiempo, en la experiencia, en lo esencial de la vida. En todas las entrevistas que en estos días se le han hecho, incluso ha manifestado que «como poeta estoy muerto, se agota el tema, e incluso la necesidad de expresarlo».

Hoy, en la figura de este poeta, quiero reivindicar a tanta gente talentosa que, lejos del foco mediático, escondidos entre bambalinas, trabajan incansablemente por ofrecer un producto de calidad, lejos de las vanidades públicas, ajenos al mediocre y fatuo protagonista que hoy puebla el ágora de nuestro tiempo.

Como dice su poema ‘A media luz’: Vivir así: sin angustiosos sueños, / con los deseos justos y contados, / sin prisa por llegar a ningún sitio, / sin esperar de nada demasiado…, / tal vez no sea vivir. Pero es mi vida/ (o al menos, lo que de ella va quedando).