Leonor Watling, Julián López y Alejandro Pelayo, entre músicos, "cucamonas" y "actores de incógnito"
Los tres han conversado en torno a la idea de 'no sólo música' en la segunda jornada del Congreso del Bienestar y la Música en Punta Umbría
Punta Umbría
Leonor Watling pudo presentar un programa de televisión dedicado a los libros y no quiso. Fue allá por el año 2003. La propuesta le llegó de la mano de Javier Rioyo, periodista y escritor que ha estado al frente de la conversación que la actriz ha mantenido en el Teatro del Mar de Punta Umbría junto al también actor y cómico, Julián López, y su compañero en Marlango, el pianista Alejandro Pelayo. La banda estaba a punto de sacar su primer disco. "Yo tenía una cosa muy clara y era que no quería ser sólo actriz". A Leonor Watling le marcó en su carrera "Ella Fitzgerald y Billei Holiday".
Watling ha contado en este encuentro que tuvo que ir a clases de canto para cantar en Español. "Es más difícil que en inglés, pero es mucho más bonito que te entienda el público". La actriz y cantante ha hablado también de la discriminación intrínseca que existe en la música. "La mujer cuando tiene un hijo no se plantea seguir tocando. Me da mucha curiosidad saber cómo será la música hecha por mujeres dentro de unos años, cuando pueda existir una Beethoven que tenga a alguien que pueda cuidar de los hijos".
"El oficio de músico es la cosa más maravillosa que se pueda hacer en la vida. Lo difícil es monetizarlo". La afirmación es toda una declaración de intenciones. La firma Alejandro Pelayo, Las referencias musicales que se encontró en casa fueron a través de los discos de The Beatles y las sinfonías de Beethoven. Sus primeros años de vida transcurrieron en Villacarriedo, Cantabria. Desde muy pronto descubrió que su vida iba a girar en torno al piano. Nueva York transformó su vida. "No me cabía en la cabeza que hubiese alguien capaz de tocar el piano sin leer las partituras". "Me explotó la cabeza". Allí fue donde descubrió el universo libre de la improvisación. Cantar nunca ha sido lo suyo. "Me cuesta mucho tocar y hablar a la vez. Cuando estoy tocando el cerebro no admite otro lenguaje".
Juilán López nació en El Provencio, un pueblo de Cuenca. "Yo me he criado en una banda de música. Tocaba mucho en procesiones y en la Semana Santa. Mis padres siempre han sido aficionados, han cantado en corales y escuchaban desde Neil Diamond hasta Mocedades". "Recuerdo la alegría de la música en casa. Me acerque a la trompa en primer lugar por su atractivo visual. Me quedé embobado en los conciertos de La 2".
"Como músico he pasado mucho calor y mucho frío. A veces las condiciones no son las mejores para tocar la trompa. Das lo mejor de ti mismo en condiciones adversas". Aunque la música ha estado presente siempre en su vida, López tenía claro que tenía algo dentro que aún no había salido. Fue algo que se despertó estando ya en la Universidad, en Cuenca. "Yo hacía magisterio de educación musical. En las residencias universitarias se hacen muchas cosas. Menos estudiar se hacía de todo. El payaso. Y aquello me molaba. Yo estaba ensimismado en la música pero alguna gracieta soltaba. La gente se ríe y te dice que se te da bien. Después retomé el conservatorio pero ya se había encendido la mecha. Cuando me vino la ocasión en 'La Hora Chanante' empece a hacerlo de forma profesional". Al final "el público engancha mucho y había una exigencia en el conservatorio. Había que estar a la altura y no me daba la vida si luego tenía que irme por ahí de bolos". Algunos compañeros de su generación ocupan hoy puestos de importantes en todo el mundo. "Ha salido gente maravillosa y yo estoy haciendo cucamonas". A pesar de ello "sigo trabajando y he descubierto una profesión a la que amo. Hay un antes y un después en mi segunda película, `Que se mueran los feos´. La comedia tiene mucha música. Tiene el ritmo de la musicalidad y el silencio. Me fui haciendo grande con mi conocimiento musical. Trabajo mucho con la música".