Más coherencia
La periodista Ana Huguet reflexiona en su columna en La Ventana Andalucía sobre el impuesto a la banca y a las energéticas
La Columna de Ana Huguet (31/11/22)
Sevilla
En los nueve primeros meses del año, Banco Santander ha obtenido un beneficio superior a los 7.000 millones de euros; Sabadell ha ganado un 92% más; Unicaja, un 67% más. Repsol ha alcanzado un resultado récord de 3.000 millones al crecer un 66% y petroleras y gasistas obtendrán este año 2 billones de euros en beneficios extra. Acerinox, la misma que ha anunciado un ERTE desde este mes de noviembre, ha firmado el mejor resultado de su historia, con un aumento de su facturación del 47%, hasta los 7.000 millones de euros; y entre las tecnológicas, lo de Apple es punto y aparte, con un beneficio anual de casi 100.000 millones de dólares, su máximo histórico.
Buena parte de estas corporaciones disparan sus cuentas de resultados a costa del esfuerzo de la ciudadanía, que soporta, como puede, el incremento de la energía y de los intereses financieros.
Dicen algunos pensadores que la clave de una buena relación es el equilibrio. ¿Tan descabellado es imponer un impuesto temporal sobre los beneficios extraordinarios de banca y energéticas para contribuir a ese equilibrio social? ¿De verdad se puede excluir a la banca después de haberla rescatado con 55.000 millones de euros de dinero público de los que han devuelto 6.000?
Sería deseable que en un aspecto de tanto calado, el PP deje ya los malabarismos. No se puede al mismo tiempo rechazar el impuesto a los beneficios extraordinarios propuesto por el Gobierno, acusar al PSOE de perseguir a los ricos, desmarcarse de la bajada de impuestos de la fallida Liz Truss y declararse cercano al modelo económico de los socialistas portugueses, que acaban de anunciar un impuesto del 33% sobre los beneficios extraordinarios de refinerías, cadenas de supermercados, petroleras y gasísticas.
Al menos en los grandes debates, la ciudadanía merece claridad. O en el plato o en las tajás.