‘El año en el que murió Freddie’ primer libro-musical de Juan Nepomuceno
En el relata su experiencia, a lo largo de 25 años, conviviendo con la leucemia con apenas 13 años, con la música como gran apoyo, con la música como hilo conductor
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Jódar
Esta mañana Juan Nepomuceno se ha pasado por nuestros y ante nuestros micrófonos, y en nuestro programa Hoy por Hoy Jódar, nos ha comentado su experiencia, reconociendo los avances de la medicina en estos 25 años, y el papel determinante de la Sanidad Pública.
Nos explicaba el motivo principal por el que se planteó escribir este libro y compartir sus experiencias, “… Me diagnosticaron leucemia cuando tenía 13 años. Me sometieron a un transplante de médula con 14 años. Fueron unos años muy duros, porque la enfermedad me pego con mucha fuerza. Me obligo a estar muchos años en casa, confinado… He tenido una vida dura. El libro va, un poco, de narrar esas experiencias e intentar encontrar, en los momentos malos, en los momentos peores, que no siempre resulta sencillo, encontrar cosas a las que aferrarse, motivos por los que seguir viviendo y seguir teniendo algo de esperanza… Hace 25 años que a mí me transplantaron de médula y la medicina ha evolucionado increíblemente… Lo que yo siempre he querido señalar, y es una cosas que yo la he practicado, durante todos estos años, y que a mí me ha beneficiado muchos, es que si tú y pasas un tiempo muy malo, tanto si al final terminas curándote, como si no te curas, el tener una actitud positiva, en ese tiempo, quizá no te cura una leucemia o un cáncer, pero el tiempo que vives hace que tenga más calidad de vida y que lo disfrutes más, y que tengas cierta felicidad… A veces es muy difícil encontrar los buenos momentos o los buenos pensamientos, pero hay que hacer un esfuerzo… Yo he reivindicado, y en este libro hablo de ello, el tener malos momentos y el tener malos días, en cagarse en todo, tiene que haber momento para todo. Pero, un buen resumen de este libro, es que narra hechos que son duros, muy duros, pero la sensación es positiva…”.
Todo lo va relatando, los momentos buenos y menos buenos, ligando canciones (Incluye el playlist con un código QR), con especial vinculación a las canciones de The Queen, pero no solo de The Queen, “… Yo entiendo que la música está muy presente en nuestra vida. La música está en todo. Las canciones se vinculan a los momentos que tenemos en la vida… Freddie Mercury y Queen son la banda sonora principal de mi vida… El libro contiene más música… Es un libro musical…”. El playlist además de temas de The Queen, incluye demás de muchos más y variados artistas: Joan Manuel Serrat, El Último de la Fila, Alaska, Loquillo y Trogloditas, Banda Blanca, Tino Casal, Radio Futura, Kiko Veneno, Alejandro Sanz, Laura Pausini, Joaquín Sabina, Jarabe de Palo, John Lennon, Camarón de la Isla, Medina Azahara, ABBA, Ismael Serrano…
Nota del Autor
El presente libro está escrito del mismo modo en que pienso, siento y vivo la vida. Por lo tanto, en él se pueden encontrar continuamente referencias a canciones, películas, obras literarias, pictóricas u otras menciones culturales. Si bien la mayoría de estas aluden a obras o artistas de sobra conocidos, al final de cada capítulo he añadido una sección de «notas» que incluye una breve reseña sobre los temas referenciados en cada uno. Harán más ágil la lectura para aquellas personas que los desconozcan. Del mismo modo que he incluido todas estas notas, no podría concebir mi vida sin la música, entendida como una banda sonora que ha acompañado mis momentos y que está asociada a mis vivencias. Cada capítulo tiene su propia canción principal y aparecen otras a lo largo de la lectura. Para sonorizar esto, las he recopilado todas en una playlist que está disponible en estas plataformas a las que puedes acceder escaneando los siguientes códigos QR.
Prólogo de Ana Perea Montes
Aún tengo la vida
“… Si las partes de un libro se dividieran en tiempo, este prólogo sería el pasado. Porque cualquier comienzo siempre queda atrás. Pero mi amigo Juan es excepcional. Él es la excepción porque ha sabido edificar la estructura de este libro sin desperdiciar ni un ápice del cemento de sus vivencias. Su pasado es presente, respira, camina y mueve los brazos. Su pasado no se calla, juega y le besa la calva. Su pasado está aquí para que tú, lector, rías, llores, te diviertas, empatices y aprendas a valorar el regalo que tienes: estar vivo. Juan es amigo de todo el mundo, menos de la pena. Juan es un manual didáctico. En esta obra desfila una serie de referentes que a muchos nos hubiera encantado conocer desde el colegio. Juan no guarda rencor a las circunstancias. Juan reforzó su espíritu alegre y guasón con el mismo ímpetu con el que aprendió a afilar su lápiz creador para dibujarnos y escribirnos al resto de los mortales, ese mundo interior tan suyo. Mundo que envuelve en este libro para que te contagies de luz. Juan es luz. Lo descubrí, casualmente, paseando un domingo por la Feria de Libro de Alcalá de Henares. En medio de la vorágine de portadas, vi su retrato de Federico García Lorca con el verso «verde, que te quiero verde» y sin titubeos, me dirigí al vendedor: ¿Cuánto cuesta? Lo pagué y me pareció demasiado barato para no tener precio. En aquel paquete donde las láminas dormían en un colchón de plástico transparente, también levantaba la mirada clara Miguel Hernández como un rayo que nunca cesa y Antonio Machado posaba teñido de azul, como aquellos días que le acompañaron en Colliure junto al sol de su infancia. En un lateral, apareció el Instagram de Juan. A veces, las redes sociales pueden hacer magia. Con el corazón lleno de la Generación del 27, contacté con él y desde ese giro del destino, mágico y azaroso, posee mi amistad hasta hoy. Espero, lector, que con este libro te ocurra lo mismo que a mí. Que ocupe, entre algodones, el espacio más cálido de tu mesita de noche. Que tengas la misma sensación de descubrimiento de Colón ante América. Que valores las diferentes lecturas que tiene una vida y que decidas, por inercia y salvación, no formar parte del grupo que piensa que nunca va a morir. Porque ese grupo es el mismo que deja el plato enfriar en la mesa, que no sabe oler las flores y que jamás se emboba con la luna. Yo me despido, ya he cumplido mi función de señal de tráfico. He frenado tus distracciones externas y ahora tus ojos se preparan para circular por las amplias avenidas de Juan. Este prólogo se marcha para compartir pasado con el resto de los prólogos del universo y para que Juan invada el espacio con su fogonazo de luz, con su cañón de letras. Letras que forman palabras y palabras que son globos como los de la Feria de la niñez de Juan. Globos que tienen hilos como las espinas de un pescado. Hilos que te coserán la ilusión a la vida todavía, mañana y siempre.
Retoñarán aladas de savia sin otoño reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida porque soy como el árbol talado que retoño, aún tengo la vida, aún tengo la vida…”.
Ana Perea Montes Dramática de profesión, nieta de Florencio —poeta—. Sevillana de nacimiento, madrileña de acogida, y apasionada de Federico García Lorca, ha trabajado en televisión y radio, es una prometedora dramaturga y una gran entrevistadora. Es una de esas personas con una luz especial que a veces comparte en su blog.
Contraportada o inicio:
El año en que murió Freddie Mercury yo tenía ocho años. Ciertas personas que me conocen bien dicen que tengo una memoria excelente... para retener hechos y datos que no sirven de nada. Desde su punto de vista quizás no sea útil recordar la primera vez que escucharon una canción de Queen o la voz de Freddie, pero para mí es muy importante ya que han sido la banda sonora de mi vida. Durante la mayor parte de ella no fui consciente de lo intensa, emotiva, Especial y diferente que fue. Hasta que sucedió algo importante y esencial que me ayudó a comprender que mi historia era digna de ser contada y que podía ser útil para mucha gente. Digamos que este libro nació en ese momento.
Fragmentos del libro
“…La vida es una condenada montaña rusa, unas veces estás arriba del todo y al día siguiente abajo y puedes tener la certeza de que nunca serás capaz de prever dónde te encontrarás en el futuro, pero con casi total seguridad puedes apostar que no será en el mismo lugar donde te hayas. Dejé de pensar, dejé que todo fluyera a mí alrededor, me senté al sol e intenté disfrutar de la vida, de todos esos pequeños placeres y felicidades del día a día, los que hacen que todo valga la pena…”.
Sobre el confinamiento
“… Es un tópico decir que la vida es imprevisible, pero no por ello deja de ser realidad. Quién iba a imaginar, a finales del año 2019, la situación que íbamos a vivir pocos meses después. Posiblemente alguien con nociones de virología y enfermedades infecciosas, pero poca gente entre la mayoría de la población podría haberse anticipado ante tal desastre ni siquiera en la más catastrófica de sus predicciones. En poco tiempo nos encontramos inmersos en una situación que parecía sacada de cualquier peli apocalíptica de bajo presupuesto. Y la vida daba la razón nuevamente a quienes afirman aquello de que la realidad supera a la ficción constantemente. Para las personas que hemos vivido algún tipo de cáncer u otras enfermedades de la sangre, el impacto fue igualmente poderoso, pero la situación no resultó novedosa. El confinamiento prolongado, las medidas de seguridad como la limpieza exhaustiva, los geles desinfectantes de manos, la ausencia de cualquier tipo de contacto físico, o la misma imposibilidad de llevar a cabo actividades cotidianas o ver a personas cercanas por miedo a los contagios… Esta locura irreal en la que el mundo ha vivido durante un tiempo es la rutina habitual para los pacientes de leucemia, su realidad cotidiana. Para la mayoría de la gente todo esto fue una pesadilla y casi les faltó tiempo para recuperar su normalidad, en la medida de las posibilidades de cada cual. No los culpo porque, a pesar de la creencia o convencimiento que se pueda tener para inclinarse hacia actitudes solidarias, a fin de cuentas tendemos a ser un poco egoístas y velar por nosotros mismos porque, en la mayoría de las situaciones, nadie más lo hará. La vida no se puede detener, y lo que en principio parece una tragedia de magnitudes incalculables, con el tiempo se va normalizando y queda en el plano meramente anecdótico. Las víctimas al final siempre se convierten en números, en estadísticas. Es así de triste el mundo en el que vivimos.
Cabría preguntarse acerca de la naturaleza de nuestras actitudes como sociedad. Hacer una reflexión, colectiva e individual, sobre la incidencia que tienen los comportamientos egoístas e irresponsables —no necesariamente con mala intención, simplemente por descuido u omisión— sobre la vida de quienes se encuentran en una situación de vulnerabilidad. Porque las personas que en algún momento de nuestras existencias hemos formado parte de este colectivo, somos quienes tenemos más opciones de salir perdiendo. En realidad no cuesta tanto trabajo comportarse de una manera más responsable, son pequeños hábitos que, además, nos pueden ayudar a sentirnos mejor con nosotros mismos…”.
Cómo conseguir El año en que murió Freddie
Compra directa en la web de Domiduca Libreros. El envío es rápido.
https://domiducalibreros.com/shop/editorial/literatura-editorial/freddie-juan-nepomuceno
A partir de esta semana va a estar disponible también en Amazon.
En la propia librería Domiduca Libreros.
Plaza Padre Lecanda, 5. 28801 Alcalá de Henares, Madrid.
En las librerías de barrio, en Jódar en ‘Cascanueces’, las de toda la vida, preguntando por la referencia:
El año en que murió Freddie
Juan Nepomuceno; Domiduca Libreros
Si alguna librería está interesada en tener ejemplares disponibles, puede contactar con Domiduca Libreros:
teléfono 918827270; whatsapp 640202066; o domiducalibreros@yahoo.es
Toda la información referente al libro (detalles, actualizaciones, eventos, etc) la incluiré aquí: