Volar desde casa
Firma de opinión de Julio Canto, periodista cordobés en Berlín
Volar desde casa. Julio Canto
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Córdoba
La reforma de la terminal del aeropuerto de Córdoba ha dado alas al pensamiento de quienes ansían sentir que viven en una metrópolis vibrante. Yo no comparto ese sentimiento. He dicho antes, en alguna ocasión, que nuestra ciudad no necesita vuelos internacionales, ni de conexión con Madrid, ya que tenemos una excelente vía de llegada y salida a través del AVE.
Pero independientemente de mi parecer, también creo que hará falta algo más que reformar la terminal para que lleguen hordas de turistas del norte de Europa o de Asia deseando empaparse de flamenco y de las tres culturas. La sequía hace que nadie piense en ello, pero el aeropuerto está ubicado en terreno inundable, con el Guadalquivir a sólo unos metros. No se trata de ser pájaro de mal agüero, sino de consultar las hemerotecas. Otro factor en contra serán, seremos, los propios cordobeses. Porque cuando te subes al avión, te alegras del viaje, del cambio de aires, de la aventura... pero si vives justo en la línea de las rutas de aproximación o salida del aeropuerto, tienes pocos motivos de alegría: la siesta interrumpida, el despertar horas antes de lo previsto, el olor a queroseno en la parcela, en lugar del cloro de la piscina. Tómense cinco minutos para trazar en el mapa de google una línea recta de 7 kilómetros, más o menos, en ambos sentidos de la pista del aeropuerto y podrán ver qué zonas de Córdoba se verían afectadas.
Les hablo por experiencia personal. He vivido cuatro años a doscientos metros de la ruta de aproximación del aeropuerto de Tegel, en Berlín, y a cinco kilómetros de la pista. Dejar las ventanas abiertas significaba menos descanso. El anuncio del cierre hace unos años hizo aumentar el valor de algunos inmuebles que, progresivamente, han llegado casi a duplicar su precio ya con el aeropuerto cerrado.