Las goteras del Estado de Bienestar

Córdoba

La lluvia ha traído alivio al campo andaluz. Ha reforzado nuestras reservas y ha dado un respiro a la población más afectada por la sequía.

La lluvia, decimos desde tiempo inmemorial, es abundancia. Pero esta semana también se ha convertido en el líquido revelador de nuestras vergüenzas. Las de quienes deben cuidar lo público.

Como sociedad olvidamos que juegan con el viejo truco de guardar la mugre bajo la alfombra. Y este temporal ha demostrado que había un buen bulto acumulado bajo nuestra querida capa de bienestar.

La callada labor de mantenimiento no da votos y cuesta dinero. Una afirmación en la que cree una parte importante de nuestros gobernantes. Así que la esperada lluvia ha traído consigo incidencias inevitables, pero también inexplicables anegaciones de carreteras y túneles por falta de limpieza, caídas de árboles enfermos e inundaciones y goteras en colegios públicos.

A estos últimos nuestras niñas y niños van a aprender. Y estos días bastantes lo hacen rodeados de cubetas, con suministros afectados e incluso, en algún caso, sin agua por inundación de sus infraestructuras.

La limpieza de cauces y arcenes, el mantenimiento de zonas verdes, el adecentamiento periódico de centros educativos y otros edificios públicos o el control de los sistemas de evacuación de agua cuestan dinero. Sí. Y para eso pagamos impuestos.

No traen consigo inauguraciones ni actos brillantes. No llenan primeras páginas ni portadas de informativos. Pero sí garantizan seguridad y calidad de vida.

Y elegimos a nuestros representantes para que busquen el bien común y no solo la siguiente victoria electoral.

La lluvia ha llegado y nos ha enseñado nuestras goteras. Habrá que poner un parte para esta casa de todos.