La fiesta y la tradición se imponen en la conmemoración de la Toma de Granada
Ante el Ayuntamiento se ha producido una confrontación, que ya es habitual, entre quienes convierten esta fiesta en una disputa ideológica ante la mirada indiferente de una inmensa mayoría
Así ha vivido Granada la festividad del Día de la Toma
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Granada
La tradición, la celebración y la fiesta se han impuesto claramente a la gresca y el enfrentamiento. Es el Día de la Toma, sin más, para la mayoría. El día para colocarse en primera fila para ver el vistosísimo desfile de la Legión, para disfrutar de la interpretación de los himnos de Granada, Andalucía y España, y para gritar muy fuerte "quéééé" cuando la concejala Eva Martín ha gritado hasta nueve veces "¡Granada!" desde la balconada del Ayuntamiento justo antes de tremolar el estandarte real como manda la tradición.
Abajo, a ratos, la Plaza del Carmen ha parecido un cuadrilátero político donde los dos anquilosados extremos ideológicos se miden en una estéril y pueril disputa que forma parte desde hace años del mobiliario del dos de enero.
El alcalde de Granada ha defendido la celebración del Día de la Toma desde "el respeto". "Es una tradición que es parte de la historia fundamental de este país y de Europa", ha dicho Paco Cuenca, quien ha añadido que "la celebramos desde el entendimiento, desde el respeto y desde la convivencia". El alcalde ha recordado que "la gran mayoría de los granadinos hemos pasado por la Plaza del Carmen para ver cómo se tremola el pendón".
Después de la primera parte de la procesión y de la ofrenda de flores, la comitiva ha asistido a la celebración de la tradicional misa en el interior de la catedral que ha estado oficiada por José María Gil Tamayo -arzobispo coadjutor que será arzobispo de Granada en cuanto el Papa acepte la renuncia por edad de Javier Martínez-, quien, en un tono afable y conciliador, ha mostrado en la homilía "respeto y reconocimiento a la historia islámica".