Juan Vida: "Quiero legar parte de mi obra a Pinos Genil"

Granada

Cuenta Joaquín Sabina que Juan Vida no es más conocido porque no le da la gana, porque no se ha esmerado más en "estar donde tenía que estar", comenta eufemísticamente el pintor ayudándose con las manos, justificando que ha preferido vivir en Granada viendo el Genil desde su estudio que colocarse con más tino en ambientes culturales de alto copete, más frenéticos y considerados. "Es la vida que he elegido", dice Juan, serenamente satisfecho cuando de mirar hacia atrás se trata.

Juan se muestra sencillo, tal vez demasiado mundano para ser una estrella del arte contemporáneo, alejado en todo caso de la retórica de ribetes y postureo. Durante la entrevista habla de su taller y no de su estudio; de su técnica y no de las musas que le acercan a dios; de cómo a veces le da la vuelta a sus obras a medio hacer "cuando se ponen muy pesadas" y así, castigadas y mirando a la pared, las deja madurar y brotar.

Habla el pintor de su concepto, de su universo abstracto heredado de Guerrero que luego circunda e interpela irreverente a la figura central a quien pregunta y desafía así que pasen cien años, "porque una pintura pertenece a quien la contempla y es el espectador quien debe culminar la narración".

Se adentra es sus contradicciones, en la prosperidad de su propia vida y en la que le espera a su obra cuando él ya no esté, y explica entusiasmado y convencido ese proyecto que está trazando junto al Ayuntamiento de Pinos Genil para levantar un centro cultural que llevará su nombre y protegerá una parte de su legado. Y, en tanto, Juan Vida sigue pintando, cincelando su figura de artista sublime que trascenderá al devenir anodino y cínico de nuestros días.