Sobre los nuevos dioses y la nueva fe

Córdoba

Según la OCDE, una de las causas más importantes del fracaso escolar es el nivel socioeconómico de las familias. Las familias con menos recursos tienen más probabilidad de que sus hijos naufraguen durante el proceso escolar. Esto ocurre, entre otros factores, porque las actividades extraescolares son cada vez más definitorias para el buen desarrollo educativo del niño. Sin embargo, se abre una ventana de esperanza con la llegada de la Inteligencia Artificial aplicada a la educación. Si los vaticinios se cumplen (por no llamarlos profecías o augurios), el desarrollo de la IA por medio de programas como el famoso chat gpt-3, podría facilitar que los estudiantes con menos recursos económicos tuviesen en casa un tutor personal que les ayudara con el aprendizaje de idiomas, las operaciones matemáticas o el análisis sintáctico, por citar solo algunos ejemplos.

Pero la historia de la humanidad apunta a que todo progreso tiene un precio. Prometeo robó a los dioses del Olimpo el fuego y se lo dio a los hombres. Gracias a ese fuego se produjo un progreso civilizatorio que facilitaba al ser humano la emancipación de las deidades y lo acercaba a su propio endiosamiento. La tecnología entendida bajo el parámetro de mejora, servía para potenciar el desarrollo humano y se celebraba como una liberación del yugo de la ignorancia. Facilitaba la innovación y estimulaba al sujeto a ser creativo frente a las vicisitudes de la vida. Pero esta súper-Inteligencia artificial, por llamarla de algún modo, trae cual caja de Pandora, el riesgo de volver a someter al hombre a unos dioses nuevos: Los algoritmos. Dioses creados, no a imagen y semejanza del hombre, sino erigidos en torno a la nueva panacea hipermoderna: el dato.

El riesgo pasa por renunciar a ser los Notarios de la realidad, dejando constancia de la misma, y situar el principio de autoridad en esta súper-inteligencia artificial, que se convierte así en el Fedatario de nuestro mundo. Si no andamos con precaución podremos pensar que lo importante no está en el modo en el que nos narramos la realidad, sino en la manera en la que se registran y se gestionan los datos que generamos mientras interactuamos en ella. Vamos camino de endiosar a la Inteligencia Artificial y depositar nuestra fe en los datos.

Decía el pintor Georges Braque que, en el arte, el progreso no consiste en la extensión, sino en el conocimiento de los límites. Siguiendo este principio, solo espero que, con este asunto de la super-inteligencia artificial, no nos estemos extralimitando.