"Adiciones a la Doctrina del Cavallo y Arte de Enfrenar» o cómo los andaluces demostraron que eran buenos en la cría y doma del caballo
Este manuscrito, de 1731, ha sido publicado y presentado este martes en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla en colaboración con la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte. Junto a su coordinador, el profesor Juan Cartaya, han colaborado los investigadores Fátima Alcón, Juan Carpio y José Campos Cañizares, además de Gerardo García León en la transcripción del texto y las fotografías de Daniel Salvador Almeida González.
"Adiciones a la Doctrina del Cavallo y Arte de Enfrenar» o cómo los andaluces demostraron que eran buenos en la cría y doma del caballo
Sevilla
Este martes 14 de febrero, se ha presentado en la Casa de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla el libro "Adiciones a la Doctrina del Cavallo y Arte de Enfrenar» de Don Gregorio de Zúñiga, obra de D. Alonso García y editada en virtud del Convenio de Colaboración firmado entre la Consejería de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía y dicha corporación.
Este manuscrito recoge un sabio corpus de sabiduría ecuestre, de modos y manejos para trabajar con los caballos: es una reivindicación de los juegos públicos de cañas y de toros, de unas celebraciones caballerescas que llenaban las plazas mayores de un público que rugía al ver a los caballeros enfrentarse «de rostro a rostro» a los bravos astados, que se divertía y solazaba con las caídas frente al estafermo, con la habilidad de las sortijas, con la cómica persecución de los gansos por parte de jinetes y caballos. Costumbres seculares que poco después habrían de desaparecer, siguiendo unos usos diferentes: la monta a la brida y las nuevas modas cortesanas a la francesa.
En Hoy por Hoy Sevilla hemos contado con el coordinador del libro, el profesor Juan Cartaya, quien nos ha contado la génesis de este manuscrito “adherido” al libro que escribió Gregorio Zúñiga y que editó, en Lisboa, en 1705. En sus páginas se venía a decir que “los andaluces no teníamos ni idea de enfrenar los caballos, es decir, que no sabíamos ni ponerles el freno, ni enseñarles a que obedecieran o a moderarles el paso”. Este libro cae en manos de uno de los señores de Cabra (Córdoba) quien, al leer las afirmaciones de Zúñiga, le encarga a uno de sus empleados, Alonso García, -muy entendido en caballos y trabajador de las Caballerizas Reales de Córdoba- que “le hiciera anotaciones, que lo mejorara para dejar muy claro que los andaluces sí sabíamos del arte del manejo de los equinos, de su cría y de su doma”.
Lo que hace Alonso García es "casi un libro", que es lo que se recupera y edita, páginas que fueron cosidas a la edición de Zúñiga y que estaba en posesión de una familia de Écija que -afirma- “siempre había estado en la biblioteca de la casa familiar”.
Juan Cartaya es el coordinador de esta obra, pero junto a él, han intervenido los dos propietarios, y los investigadores Fátima Alcón, Juan Carpio y José Campos Cañizares, todos conocedores de este arte ecuestre en el siglo XVII y XVIII, fundamentales para entender los espectáculos públicos. Gerardo García, por su parte, pública un artículo dentro del libro y, además, hace la transcripción del manuscrito en colaboración con Juan Cartaya. A todo esto hay que sumar las excelentes fotografías de Daniel Salvador Almeida González.
El texto es, sigue diciendo Cartaya, “una suma de anécdotas, de consejos, de referencias; y además un valiosísimo registro de hierros y de cabañas equinas de la época, que puede remontarse sin dificultad alguna incluso hasta los siglos XVI y XVII, y que nos muestra con claridad la riqueza y la gran variedad ganadera que existía en la Andalucía de la modernidad”. Un registro inédito, excepcional, de unos encastes largo tiempo atrás desaparecidos, y hoy recuperados –al menos, sobre el papel– gracias a la edición que se ha presentado.