La arrogancia feminista
Firma de opinión de Maris Vadillo, profesora de Bellas Artes en la Universidad de Sevilla
La arrogancia feminista. Marisa Vadillo
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Córdoba
Hay pocos mitos que representen tan bien la arrogancia del ser humano como es El retrato de Dorian Gray. Esta joya literaria describió a esa persona empeñada en engañarse a sí misma, engañar a los demás, centrándose en la belleza de su apariencia mientras su esencia, lo que podríamos llamar ‘alma’, se pudre.
Este mito me recuerda mucho (con permiso de Oscar Wilde) a la actuación de la Ministra de Igualdad. Hay pocos síntomas más machistas que la arrogancia ciega. Esa arrogancia de la que ella está haciendo gala a costa de todas, a costa de todos. Mientras habla, como abanderada de no se qué feminismo, porque hay muchas corrientes y debería ser más prudente al hablar, ha conseguido que, incluso muchas mujeres históricas en la lucha digan últimamente que ellas no son ‘feministas’. Evidentemente, si entendemos por feminismo lo que la ministra de igualdad… es para pensárselo dos veces.
Llevamos a día de hoy, oficialmente, más de quinientas reducciones de penas. Extraoficialmente podrían estar cerca del triple. Así que mientras mira a su feminismo en un espejo reducido, próximo y velado… este feminismo de la ministra, quizás, se esté pudriendo.
Es obvio que sí al consentimiento como elemento clave de la violencia sexual, pero también es obvio el no a las chapuzas legislativas. Una ley para proteger a las mujeres y que reduce -mínimo- la pena de más de 500 violadores y agresores sexuales es, como poco, lamentable. Y no vemos ni una duda, ni una disculpa. ¿Cómo puedes tener semejante responsabilidad de gobierno y no pensar y repensar tus propias medidas?
Para mí, uno de los mayores pecados de la izquierda es su incapacidad de autocrítica, como si tuviéramos que hacer un acto de fe casi religioso con nuestros políticos. Como si orinásemos agua bendita. Agua bendita feminista, claro.