La Línea todo por descubrir: Sociedad del parque de la Victoria

La Línea
A finales del siglo XIX Lutgardo López Zaragoza, hijo del primer alcalde linense, en su obra Guía de Gibraltar y su Campo de 1899 nos habla acerca de un “magnífico edificio enclavado en el sitio más céntrico de la población, es el único lugar de recreo que existe en La Línea, y su construcción ha venido a satisfacer una necesidad imperiosa y que se sentía desde la fundación de este pueblo”. Este sería el conocido Parque de la Victoria. Esto se debe a que en el Campo de Gibraltar, y en la misma Gibraltar, por ese tiempo ya existían teatros en la mayoría de municipios circundantes como en San Roque, Algeciras y Tarifa.
La iniciativa de crear un parque para ser explotado en la Villa de la Línea de la Concepción se produjo en diciembre de 1895 por la constitución de una sociedad formada por cuatro vecinos linenses: el propio Lutgardo López Zaragoza, el administrador de la sociedad Ramón María Bonelo Infantes, y los hermanos hortelanos Ernesto y José Codali Butti. Se inauguró en junio de 1896.
Esta sociedad del Parque de la Victoria creará un espacio 5.500 metros cuadrados en el ensanche de la Villa, entre la actual calle Méndez Núñez y la de Carboneros, el cual dispondrá en soporte de mampostería y madera un teatro, un restaurante y dependencias para establecimiento de espectáculos públicos. Además de disponer una casa-habitación para el encargado. Sin olvidar instalaciones recreativas infantiles como también jardines y plantación de arboledas para el recreo público.
El teatro del Parque de la Victoria tenía una superficie de 1380 metros cuadrados, construido en hierro y madera con techumbre de tejas en la parte del escenario y planchas de hierro en la sala. El escenario era uno de los más grandes de Andalucía. Las localidades estaban formadas por cuatro elegantes palcos de proscenio, dieciséis palcos de platea, mil sillas en el patio, cien localidades preferentes y setecientas entradas de grada. Este edifico ha sido testigo de los más diversos espectáculos artísticos, deportivos, políticos y sociales: circo, boxeo y lucha libre, recitales de cante flamenco, funciones benéficas, proyecciones cinematográficas mudas y mítines políticos.
La disposición de este parque encaja con las nuevas formas de entender el tiempo de ocio como creación y organización del mismo, siendo una alternativa a la vida profesional y a la vida privada, una respuesta a una nueva demanda social que requiere la creación de nuevos espacios públicos y de nuevas formas de sociabilidad generando una cultura del entretenimiento, de la diversión y del placer basada en los paseos urbanos, el café y la tertulia o la afición teatral.
El escritor Enrique Sánchez-Cabeza Earle, en su obra La Línea de mis Recuerdos de 1970, nos hace partícipes de que siempre “existió en La Línea una gran afición al arte escénico en todas sus manifestaciones” y nos indica que el teatro del Parque de la Victoria, junto con el Teatro Cómico, el Salón Pascualini y el Teatro Cinema Amaya ofrecían temporadas de comedias, de zarzuela y operetas, así como espectáculos de variedades. Sin embargo, por desgracia, en la actualidad la mayoría de teatros son ya un recuerdo en el trazado urbano linense.




