El listón se pone bajo con dos excesivas orejas para El Juli por una vibrante faena
El madrileño aprovechó el único toro potable del flojo y anodino encierro de Núñez del Cuvillo que abrió la temporada en Sevilla
Sevilla
El listón del triunfo en la temporada taurina de Sevilla ha comenzado en nivel bajo tras las dos orejas que Julián López 'El Juli' le ha cortado este Domingo de Resurrección en la Real Maestranza al único toro potable y realmente bravo del flojo y anodino encierro de Núñez del Cuvillo, en el que Morante de la Puebla fue despedido entre pitos y el peruano Andrés Roca Rey vio silenciada su labor. Y no afirmo lo anterior porque el de Velilla de San Antonio no mereciera el doble trofeo, de hecho lo pidió el respetable, pero sí me resulta penoso que el debate sobre la segunda oreja sirva ahora para restar mérito a la labor del diestro. En una palabra, de haber quedado la cosa en un solo trofeo ahora todo el mundo estaría hablando de la gran faena del Juli, pero de este modo casi todos buscan alguna excusa, cuántas veces he escuchado ya que la espada cayó algo baja, para justificar el excesivo premio.
Por otra parte, con debates de este tipo, existe ahora el peligro de que los presidentes quieran subir el listón y ponerse más exigentes de la cuenta a la primeras de cambio y en esas primeras de cambio están los seis toreros necesitados de un triunfo que el domingo que viene se las verán en el Coso del Baratillo ante toros de Fermín Bohórquez. ¿Pagarán ellos los excesos de este Domingo de Resurrección?
Ficha del festejo
Real Maestranza de Sevilla: Domingo de Resurrección, 9 de abril. Primer festejo del abono.
Ganadería: Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, el cuarto como sobrero, desiguales de presentación y deslucidos en conjunto por falta de fuerza y transmisión. El sobrero, además, no quiso embestir. Se salvó de la quema el quinto, un ejemplar bravo y de vibrante embestida
Toreros: Morante de la Puebla, de grana y oro, silencio y pitos.
Julián López 'El Juli', de gris plomo y oro y oro, silencio y dos orejas.
Andrés Roca Rey, de blanco y plata, silencio y palmas de despedida.
Cuadrillas: Sergio Molina y José Antonio Barroso picaron muy bien al tercero y al quinto. Francisco Manuel Durán 'Viruta' se desmonteró tras banderillear al tercero.
Incidencias: La plaza registró el primer lleno de "no hay localidades" en tarde soleada y calurosa. Sonó el himno nacional al formarse el paseíllo y, a su término, se guardó un minuto de silencio en memoria del torero Rafael Jiménez Chicuelo, recientemente fallecido.
La Crónica
Intento gustarse Morante de capa con el que abrió plaza, pero el animal denotó enseguida su alarmante falta de fuerzas, quedando la faena de muleta en un par de pases por alto y un molinete, antes de que el astado perdiera definitivamente las manos. El cuarto titular, impropio por su escaso trapío, se partí la mano izquierda de inicio, saliendo en su lugar un ejemplar muy basto en la forma y en el fondo. Nunca quiso embestir con lo que Morante salió directamente con el acero a despacharlo ante el enfado de la parroquia.
También tuvo escasa fuerza el segundo de la tarde, primero del Juli, quien, no obstante, conectó en las dos primeras series de mano diestra. Al natural, el de Cuvillo perdió las manos y el público volvió a acordarse de las protestas, abreviando finalmente el madrileño. El quinto fue otro cantar ya de salida y lo cuajó Julián a la verónica saliéndose a los medios. Ajustado quite de Roca y brindis del Juli que en la segunda serie de derechazos empezó a escuchar los acordes de Tejera. Hubo un desarme en el primer intento zurdo, pero fueron cumbres las dos series siguientes. El 'pescao' ya estaba vendido y la efectiva estocada puso el premio en manos del torero... Ya saben lo del debate del principio.
De vacío se fue Roca Rey en su primera comparecencia maestrante de la temporada. El primer toro de su lote tuvo tanta movilidad como nula transmisión, con lo que no le dio ni para el clásico arrimón marca de la casa. El que cerró plaza sí tuvo más que torear y lo hizo el peruano. Se ajustó sobre la mano derecha, tragando en los amagos del toro, tanto que quizá acabó afligiendo al animal cuando le cogió la mano izquierda. Eso sí, en la retina, una cambio de mano ligado a un natural de 360 grados.