El dinero sobre la mesa

Jerez

De todo lo leído, oído y visto estos días sobre la sanidad andaluza, hay dos frases que, a mi juicio, definen y responden al porqué de su deterioro en el bienio de mayor inversión presupuestaria. La primera es de Rafael Ojeda, presidente del Sindicato Médico en Sevilla, al reclamar al gobierno andaluz que tome "conciencia de la gravedad de la situación"; y la segunda es de Inmaculada Nieto, portavoz de Por Andalucía, cuando asevera que del presupuesto del SAS actualmente en ejecución, "más de la mitad está en manos privadas".

En efecto, no parece ser consciente de la gravedad de la situación un gobierno que descarga la responsabilidad en la falta de médicos mientras no aclara si va a renovar a cientos de facultativos a 13 días de que venzan los contratos; ofrece trabajos con una duración tres veces más baja de lo que le permite la ley; sigue sin equiparar salarios a los de otras comunidades; y posterga, y esto es de traca, al 2 de mayo una mesa de diálogo en la que se dirime, para empezar, el cumplimiento de medidas ya acordadas en enero.

En cuanto a la segunda frase que destacaba al inicio, un simple vistazo a los datos evidencia una apuesta por la externalización de la sanidad que este gobierno niega. Así, en el periodo 2018- 2022 el gasto en conciertos sanitarios se elevó un 27% mientras que lo previsto para este 2023 es derivar a clínicas concertadas un 25% más de pacientes, un 55% más de intervenciones quirúrgicas y el doble de estudios diagnósticos. A esto sumen la orden que por primera vez en Andalucía fija los precios de la privatización de la atención primaria en caso de emergencia.

No cabe duda de que en la comunidad con el menor gasto sanitario por habitante del país, la mejora del servicio pasa, como dice la consejera, por poner más dinero encima de la mesa, pero eligiendo bien qué mesa, organizando la gestión, rectificando el modelo.