La bendita locura de ser malaguista

Málaga

Un sentimiento inexplicable y, en la mayoría de las ocasiones, incomprendido. El amor por el Málaga es algo tan fuerte como irracional. Una realidad que empuja a más de 500 aficionados a recorrerse 2066 km para apoyar a su equipo a grito de ¡Sí, se puede!

“De pequeño yo te empecé a seguir. Poco a poco me enamoré de ti. Cuando juegues, siempre estaré a tu lado…” Este cántico que brota del fondo sur de La Rosaleda para contagiar a toda la grada no es una melodía vacía, es una auténtica declaración de amor.

Es cierto que los sentimientos se demuestran con acciones y no con palabras, pero es que la afición malaguista prueba una y otra vez su amor real, profundo y fuera de toda lógica hacia su equipo.

Solo así se puede explicar que en Vilarreal, a 644 kilómetros de Málaga, el Estadio de La Cerámica se convirtiese en una sucursal de La Rosaleda por el medio millar de blanquiazules desplazados. Que, en el siguiente encuentro en casa ante el Cartagena, se agotasen las entradas disponibles varios días antes del partido. Una semana más tarde, en uno de los viajes más lejanos y complejos de la temporada, otros 500 aficionados fletasen siete autobuses para recorrerse 1033 km de ida y otros tanto de vuelta. Mas de un día completo en carretera captado por los móviles de los capitanes de cada vehículo: Andrés, David, Carlos, Marina, Salva, José Antonio y Lolo.

Solo ese sentimiento explica que en La Rosaleda se vaya a vivir un nuevo llenazo en el partido del lunes contra el Huesca (18:30 horas). Que la afición vaya a recibir al equipo como si se tratase de una de las grandes finales de las más elitistas competiciones europeas. Que la ciudad esté continuamente inundada de camisetas blanquiazules. Que, pese a la dificultad de la situación, los malaguistas se sientan orgullosos de serlo.