Martín Cañuelo, el empresario que "salvó" los cines de verano

Córdoba

El pasado viernes falleció la persona que durante 25 años ha mantenido vivos los cines de verano en Córdoba, Martín Cañuelo. Empresario de 'Esplendor Cinemas', hizo posible un sueño: mantener la esencia de nuestros cines de verano en pleno casco histórico.

Recintos llenos de encanto, donde se podían ver estrenos, cine de autor, clásicos y películas para toda la familia. Lugares únicos rodeados de casas de vecinos. El cine Fuenseca, el cine Delicias, el Coliseo San Andrés y el Olimpia abren desde finales de primavera hasta el declive del verano con un público fiel que busca encontrarse. Todo ello con sus descansos, sus refrescos y sus clásicos bocadillos.

Martín era un enamorado del cine, pero ante todo, era un hombre bueno. Transparente, amable, siempre tranquilo. Siempre pensando en sus películas, en los carteles que amorosamente coleccionaba, en sus excepcionales espacios. Parte de la historia emocional de la ciudad.

Rafael Jurado, historiador, gestor cultural y amigo personal de Martín Cañuelo, ha explicado en Hoy por Hoy la importancia de su legado.

Jurado escribió el libro 'El cine en Córdoba durante el Franquismo', publicado por la Consejería de Cultura, y buceó en la historia de estos cines. Espacios que, como decía Martín Cañuelo, comenzaron a crearse en la década de los 30 y 40. Y que sortearon crisis y transformaciones hasta hoy.

"Hizo una labor fundamental recuperando el cine Santa Rosa, una de las grandes salas de la empresa Cabrera. Un cine que estaba prácticamente abocado al género erótico en los 80 y que recupera y durante la década de los 90 lo convierte en una sala de estreno con películas de autor, junto con estrenos muy comerciales", ha recordado Rafa Jurado.

El trabajo de Martín Cañuelo evitó que las especulaciones urbanísticas acabaran con los cines de verano. "Yo creo que no hay otra ciudad en España que conserve 4 cines tan antiguos con esa tipología urbanística".

Los cines de verano, por su vegetación y estructura, se han convertido en verdaderos refugios climáticos. El Coliseo San Andrés es de 1935. El "boom" de los cines de verano, cuenta Rafael Jurado, llega con el desarrollismo y a finales de los 60 había unos 30 locales al aire libre que proyectaban películas en la ciudad. Aunque ocupaban espacios "golosos" y se fueron perdiendo.

La gran pregunta es qué va a pasar con los cines de verano. Todos los amantes de estos espacios esperan que sigan adelante. "El mejor homenaje que le podemos hacer a Martín y a la ciudad es mantenerlos vivos", afirma Jurado, que espera que también se preserve todo el archivo de material cinematográfico del empresario.