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Riki Rivera alcanza el paraíso

El artista gaditano llena el Teatro Falla de Cádiz en un intenso concierto en el que presenta su nuevo disco

Riki Rivera presenta en Cádiz el disco "Las que van al paraíso" / Cadena SE

Cádiz

"Algún día llenaremos el Falla". Hace ya un tiempo que Riki Rivera miró a su amigo Javi Katumba y le hizo esa promesa. Quizá era un día de bajón, una de esas jornadas en las que la música te da esas decepciones, alguno de esos momentos en los que dudas de todo. Pero Riki miró a su amigo y le prometió que llegaría ese momento en el que no cabría un alma más en el teatro de Cádiz y todo el público les aplaudiría. A ellos. Por su música, por sus canciones, por su disco. Y llega un día en el que se cumplen las promesas. Ocurrió un 1 de mayo. No podía haber mejor día que el Día del Trabajo para celebrar el sueño hecho realidad de un currante, un músico infatigable, un artista trabajador, un cantante comprometido, un rapsoda incansable.

Riki Rivera llegó al Falla con un nuevo disco bajo el brazo. Se publicará el 12 de mayo, pero sus canciones fueron estrenadas en su ciudad natal, rodeado de los suyos, de su gente, de sus admiradores en una ciudad en la que es profeta. En su tierra. Se llama "Las que van al paraíso", y es un homenaje, según confesó, a todas las mujeres que le han hecho ser el hombre que es. Sin ellas no se podría entenderse su personalidad sensible, pizpireta, receptiva, melómana, artista. Riki, que destacó como miembro de Levantito en sus inicios, como guitarrista y compositor en su desarrollo, se presentó como cantante gracias a "Las que nadie quiso", un recopilatorio de canciones escritas por él pero desechadas por otros artistas, a las que dio una segunda oportunidad como un homenaje a todo aquel que es rechazado por diferentes razones. Ahora en "Las que van al paraíso" se recrea en esta faceta de cantautor homenajando a sus mujeres, contando sus cavilaciones, exhibiendo su talento creativo y libre, pero con personalidad ya propia.

Este Riki Rivera cantante se reivindica constantemente porque, quizá, le haya costado verse a sí mismo como ese artista completo que es. Que sabe tocar instrumentos, que sabe escribir letras sentidas, las serias y las alegres, que compone baladas, reguetones para películas de éxito, bandas sonoras, ganador de premios cinematográficos, creador de piropos de ritmos aflamencados y latinos, rapeador de gran habilidad, y que guiña con sus cuerdas vocales a los que, entre ellos él mismo, dicen que no tiene voz para cantar.

Fue desgranando su disco como quien abre la caja de bombones y deja que el público se vaya sirviendo. Primera letra a su guitarra , su hermana, su compañera. Después su famoso himno al Congreso de la Lengua, encargado por el Ayuntamiento de Cádiz. Aquel en el que, como le elogiara Luis García Montero, revelaba que la riqueza de la vida la llevamos en el corazón. Con este himno llegó la primera ovación a compás, a la que seguirían muchas más. Canta "Lo bien vivido", su más reciente single. "Os agradezco tanto que hayáis venido a verme un primero de mayo, que es un día más de televisión y mando", bromea. Sus canciones se intercalan con sus intervenciones a modo de pretendido monólogo, pero que el público, en cómoda confianza, interrumpe con vítores y aplausos. Le dedica una letra a los niños de su casa, a una vida entera, al otro lado, a una indirecta...

MIS CUATRO GATOS

Llega un momento en el que Riki Rivera se quita la chaqueta de su traje claro y deja ver su camisa marrón con chorreras. Entonces baja por las escaleras del escenario, cruza el foso del Falla y se pasea por el patio de butacas. Solo con su guitarra canta, quizá, una de sus canciones más eficaces, por sincera, por directa, por cruel y agradecida. La que dedicó en su anterior disco a "Mis Cuatro Gatos", ese público, reducido en número, pero comprometido y auténtico. Porque un artista puede tener el ego de un palacio de deportes, pero es el público el que te pone en su sitio. Es un momento muy emocionante porque, esta vez, esos cuatro gatos son mil personas.

Riki Rivera no ha venido solo. Le acompaña una banda excepcional: los coros de dos voces magníficas Brenda García y Miriam Ballesteros, el siempre solvente piano de uno de los mejores músicos de España, Jesús Lavilla; el virtuoso bajo de José Manuel Posada "Popo", la potente batería de Fran Hurtado y la percusión de otro referente en nuestro país, el también gaditano Javier Katumba, quien terminó llorando mientras Riki Rivera lo presentaba. Para entonces ya habían cantado y tocado una veintena de canciones, en un concierto intenso, sin freno, lleno de palabras y melodías salidas de Cádiz, con acento gaditano, pero vocación universal. Hubo canciones de tono profundo como "La paciencia", otras llenas de risas como "Me perdí en Ikea". Repasó ese piropo tan hermoso que le dedicó a Cádiz en pleno confinamiento o las canciones que les escribió a otros y triunfaron como "Vencer al amor" o "Chico perfecto". La lengua de Riki no paró de rimar, rapear, gritar, declamar y, por supuesto, cantar. Porque Riki Rivera es ya un cantante con ese talento tan natural, fresco y original del que nace en Cádiz y es tocado por la bendita varita del arte.

Puede ser que aún haya días de dudas, que en esta montaña rusa que es dedicarse a la música vuelva a haber una cuesta abajo, que a algún concierto vayan cuatro gatos... Pero Riki Rivera ya podrá contar en pasado lo que un día le prometió en futuro a su amigo Javi Katumba: que un día llenaron el Falla.

Pedro Espinosa

Pedro Espinosa

En Radio Cádiz desde 2001. Director de contenidos de la veterana emisora gaditana. Autor del podcast...

 
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