Si Mary hubiera nacido aquí

Córdoba

Cuando el doctor Ángel Salvatierra llegó al Barnes Hospital de EEUU, su jefe de servicio le preguntó si había contratado un seguro médico. Claro que sí, le contestó el cirujano del Reina Sofía. Tráelo mañana, que quiero revisarlo, le pidió su colega estadounidense. Al día siguiente fueron a tomar una cerveza. Y el jefe de servicio le dijo: querido amigo, con ese seguro, si tienes un apendicitis, tienes que vender la casa.

En EEUU 50 millones de personas no tienen cobertura sanitaria. Y gran parte de quienes tienen seguro médico, apenas le cubriría una operación de anginas. Meses después fue testigo de la crudeza de un sistema sanitario inhumano, que hoy muchos denominarían meritocrático. Un día llegó al hospital un padre con su hija, que necesitaba urgentemente un trasplante de pulmón. Los servicios sociales del centro evaluaron su caso. Pero el caso estaba claro, según los códigos de la sanidad individualista de mercado. Mary no tenía seguro médico.

Ángel Salvatierra aún recuerda la mirada taciturna del padre y las lágrimas mortales de Mary cuando bajó al vestíbulo para informarles que la niña no podía ser trasplantada. Hagan una colecta pública, les dijo con un nudo en la garganta. Mary abandonó el hospital con la muerte en la mirada y el naufragio de un país que abandona a su gente.

El doctor Salvatierra recibió ofertas millonarias para quedarse en el Barnes Hospital. Las declinó todas. Prefirió volver a Andalucía para defender con uñas y dientes las bondades de una sanidad pública que nunca hubiera abandonado a Mary.