Sin alumnos en Humanidades

Sevilla

Por aquello de la edad o simplemente porque es lo que me toca, ando ahora rodeada de una generación de adolescentes que decide cómo enfocar su futuro laboral y compruebo con verdadero asombro y, por qué no decirlo, tristeza, la caída en picado del interés por las humanidades. Les pongo un ejemplo bastante gráfico. En una promoción completa de 120 estudiantes de un centro educativo con cuatro líneas, no hay suficientes escolares de letras para rellenar ni una clase.

El alumnado que decide ser universitario, puede que también alentado por sus padres, opta por la rama tecnológica y sanitaria, tenga o no aptitudes y vocación, por el simple hecho de creer estar haciendo una elección que les llevará a trabajos mejor remunerados y con un supuesto mayor prestigio profesional.

Frente a la errónea tendencia española, hay países que ya avanzan en la línea opuesta ante las advertencias de gurús tecnológicos, como el fundador de Apple, Steve Jobs, quien reclamaba la necesidad de casar tecnología y humanidades como única manera de introducir la ética y la capacidad de previsión en esta era de algoritmos e inteligencia artificial.

Me he esforzado en buscar algo positivo de este creciente desaire a las humanidades y lo he encontrado. Ojalá al menos la escasez de profesionales de letras dignifique sus salarios. Ojalá algún día deje de toparme con licenciados en periodismo a los que ni siquiera garantizan un sueldo por su trabajo. Es el colmo de la precariedad.