Hoy por Hoy Sevilla
Opinión

El dilema del alcalde

El subdirector de Diario de Sevilla, Carlos Navarro Antolín, reflexiona sobre el reto más importante que tiene el alcalde de Sevilla: conseguir la aprobación de unos presupuestos para 2024, una medida que obliga a meter a Vox en el gobierno o alcanzar acuerdos con el PSOE de Antonio Muñoz

Carlos Navarro Antolín: 'El dilema del alcalde'

Sevilla

Arranca el último trimestre del año. Pronto debemos olvidarnos del calor y ha de comenzar la caída de las hojas de los árboles. El gobierno del alcalde Sanz gestiona la ciudad con un presupuesto diseñado por el anterior Ejecutivo, el presidido por el socialista Antonio Muñoz hasta el pasado julio. La Hacienda local trabaja ya en las cuentas de 2024. El presupuesto es un instrumento fundamental para llevar a la práctica el programa electoral, los proyectos propios, las soluciones que imprimen un estilo particular... El PP necesita los votos de Vox para sacar adelante las cuentas de la ciudad a cambio de parcelas directas de poder, lo que supondría la formación de un gobierno de coalición, o apostar por un acuerdo con el PSOE a cambio de cesiones en partidas presupuestarias para cubrir gastos que lleven el sello de los socialistas. Todo el mundo, lógicamente, se quiere cobrar su apoyo.

José Luis Sanz tiene dos caminos: meter a Vox en el gobierno o entenderse con el PSOE de Sevilla. Hasta el 23 de julio todo quedó a a la espera del resultado de las elecciones generales. España no será gobernada por una coalición de PP y Vox, lo que hubiera allanado el camino para el alcalde. En Vox exigen entrar en el gobierno tras cuatro años sin oler cuotas de poder ni en el Ejecutivo autonómico, donde tuvieron una oportunidad en las autonómicas de diciembre de 2018, ni mucho menos en la capital.

Un acuerdo con el PSOE de Antonio Muñoz, de corte moderado y sensible a temas de turismo y cultura, podría ser un extraordinario banco de pruebas para un entendimiento entre los dos grandes partidos. ¿Se imaginan? Sería un pacto propio de Alemania. Aquí somos mucho de cerveza, pero quizás no tanto de la salchicha, salvo la que se vende en el descanso en los dos grandes estadios.

Si no se fragua ninguna de estas dos soluciones, la ciudad seguirá con unas cuentas prorrogadas, lo que obligará a trabajar con modificaciones presupuestarias y limitará al máximo las iniciativas del gobierno. Sin presupuesto no hay paraíso. Sanz está en una encrucijada. Le aprieta el zapato derecho y el zapato izquierdo. Gobernar es apostar, decidir, priorizar y... sufrir. Atentos a la pantalla. En los supermercados ya hay turrones, pero en el Ayuntamiento todavía no hay presupuesto.