Jereces
La firma de Paco López en Hoy por hoy Jerez

Jerez de la Frontera
Hay dos jereces: el que, noble, reposa –esperando su momento estelar-- a la sombra de etiquetas centenarias
y el que, diluido en el anonimato de las marcas blancas, comparte estantería y tetrabrik con otros brebajes de
desconocido linaje.
La Copa Jerez luce etiqueta de prestigio: no solo por impulsar la presencia de nuestros vinos generosos en
las más relevantes cocinas internacionales; si no porque –lejos de las operaciones de extrañamiento que hoy
imperan— conecta un paisaje humano con su territorio, una creación única con su historia.
Las Fiestas de la Vendimia, en cambio, son –desde hace muchos años— una suerte de rutina sin sentido, un
flagrante desperdicio dentro del ciclo festivo de nuestra ciudad. Sus actividades –que se anuncian muy tarde y
mal— son repetitivas, de cortas miras y enfocadas al consumo interno: cual si de una verbena popular más
se tratase.
Hay dos Jereces de la Frontera: el que se apunta a los beneficios económicos inmediatos, a la sobreexplotación
indiscriminada de unas señas de identidad que –en su conjunto- crean una realidad única en el mundo; y él
que señala el horizonte de la singularidad, de la excelencia, de la interconexión entre el hombre, la tierra
y su cultura ancestral como vía hacia el progreso sostenible.
Toca elegir.




