Padres en el descontrol

Domingo 22 de octubre. Ayer, al filo de las dos y media de la tarde. Voy sola en el coche, enciendo la radio, quito las noticias y sintonizo una emisora musical, la que me piden machaconamente mis hijas adolescentes cuando vienen conmigo. Subo el volumen y escucho: “Tú y yo tenemos algo ‘pending’, baby no me dejes en el ‘waiting’. Vamos a echar otro polvo, friendly, en el asiento de atrás del Bentley”. Esta letra es de un cantante y compositor ganador de un Grammy Latino.

Tras este tema, suena un dueto. La voz masculina dice: “Ella encima de mí. Entre su sábana y la mía, como me gusta lo que hacía”. Y la voz femenina replica: “Sin ropa los dos, haciendo el amor en su habitación. Así fue como lo conocí. Me dijo que su casa estaba cerca. Me dijo cuando quieras nos vamos. Obviamente le dije que sí”. Toda esta lírica suena sobre un ritmo reguetonero.

Estos son contenidos que consumen jóvenes desde la preadolescencia, desde los 12 y 13 años. Actualmente, existe una Ley de Comunicación Audiovisual que establece una franja horaria de protección infantil, pero es extremadamente corta, de solo tres horas los fines de semana. Y no hay más.

Y tenemos canciones con sexo explícito a cualquier hora en radio o en internet; pornografía de acceso libre; videojuegos violentos y machistas para menores. Y los padres no podemos ser los únicos reguladores en un universo de contenidos completamente inabarcable y desreglamentado.