Días de viento y lluvia
La firma de Julio Asencio en Hoy por hoy de Radio Jerez
Jerez de la Frontera
Después de sobrevivir a un largo, seco y tórrido verano prolongado hasta este mes, por fin llegaba el otoño de verdad anunciándose con una borrasca por el suroeste peninsular que nos traía las ansiadas lluvias. Sin embargo, la mala fortuna ha vuelto a cernirse sobre el Golfo de Cádiz y el valle del Guadalquivir, tan castigados por la pertinaz sequía y sus secuelas.
Las lluvias han sido escasas aunque torrenciales, lo peor para la recuperación de la tierra desecada de nuestros campos, pues la arrastran y arruinan. Chaparrones que han causado inundaciones en Jerez y la comarca, pero insuficientes para aliviar el ínfimo nivel de agua del pantano de Guadalcacín que nos abastece.
Lo peor ha sido el viento o, mejor dicho, el ciclón, que así han calificado los meteorólogos el fenómeno, cuyo origen está en el inusual calentamiento del Atlántico, lo que provoca que la borrasca se convierta en algo similar a una tormenta tropical, con vientos de más de cien km por hora. Los destrozos han sido cuantiosos, sobre todo en el arbolado y el mobiliario urbano, pero hay que celebrar que no ha habido daños personales.
Gracias a la encomiable labor de los bomberos y el personal municipal de servicios y obras, la ciudad recobrará pronto su estado normal. En cuanto a los desperfectos del ciclón, entre ellos muchos coches aplastados por árboles, el Consorcio de Seguros debe actuar con diligencia para indemnizar a los propietarios afectados. Nada que no se pueda solucionar.
Aquí, por suerte, es agua lo que nos cae, mientras que sobre la franja de Gaza se precipita una incesante lluvia asesina de bombas que, además de la destrucción de edificios y hospitales, en menos de tres semanas han matado ya a más de 5.800 personas, la mitad de ellas menores de edad.
¿Cómo la denominada comunidad internacional puede seguir permitiendo ese horror genocida?
