Maldito relato
La firma de Raúl Ramírez Dorantes en Hoy por hoy de Radio Jerez

Cuando echo la vista atrás y recuerdo aquellas cándidas y bien intencionadas afirmaciones de que después de lo que nos cayó en la pandemia íbamos a salir mejores, tanto como personas como sociedad, no puedo por más que reafirmar la ingenuidad con la que muchos como el que les escribe nos creímos aquello.
Hoy vivimos en un desconcierto total al cual nos ha traído lo que Christian Salmon ha denominado como era del enfrentamiento. En una sociedad hiperconectada e hipermediatizada ya no solo vale la palabra, sino que para conquistar el poder la combinación ganadora es enfrentarse, transgredir, ser impredecible e imponer nuestra propia verdad, la que nos convenga. Lo que los politólogos y periodistas llaman el relato.
En este periodo inédito de confusión en el discurso mediático gana el que impone su relato. En este tiempo de guerra, nadie sabe nada. Todo se relativiza, sin que el poder de la palabra sirva mas que para imponer mí relato. En nombre del relato en oriente próximo el terrorismo se arroga la representación de todo un pueblo, el palestino, para seguir, dicen ellos en su relato, defendiendo a ese sufrido pueblo. En nombre del relato lleva, el Estado de Israel, 70 años machacando al pueblo Palestino, en un auténtico genocidio como por el que ellos mismos padecieron en manos del Nazismo.
En nombre del relato un autócrata como Putin invade y ocupa en las narices de Europa a un país como Ucrania, poniendo en jaque y en cuestión dos modelos, su autocracia o nuestro modelo de democracias liberales.
Y todo contando historias al servicio de los actores políticos, en un escenario en el cual la diplomacia y la palabra han sido relegadas en pos del enfrentamiento. Nosotros seremos meros destinatarios de un relato, de una historia. Mientras tanto, mientras nos colocan sus relatos, el mundo se nos cae, como caen bombas en Gaza o en Ucrania, o el terrorismo siembra de muerte cualquier lugar del mundo llevándose por delante las esperanzas y las vidas de inocentes, por no citar otros conflictos olvidados en el discurso o en los intereses occidentales. Frente a la confusión y la confrontación necesitamos palabra y esperanza… y es que aún necesito seguir siendo un ingenuo.




