De gestionar un supermercado a una granja de caracoles: el arriesgado cambio de negocio de una joven pareja jiennense

Jaén

La helicicultura es la cría de caracoles terrestres comestibles con fines comerciales. Una práctica poco habitual en la provincia de Jaén por la que han apostado en el municipio de Frailes Miguel Pareja y su mujer, una joven pareja que ha decidido bajar la persiana de su histórico negocio, un supermercado con más de 15 años de vida, para dedicarle todo el tiempo a una granja de caracoles con la que ya llevan algunos años.

El propio protagonista de la historia, Miguel Pareja, ha pasado este martes por el programa 'Hoy por Hoy Jaén' de la Cadena Ser para explicar el arriesgado cambio que van a afrontar en su vida: "Nosotros teníamos un supermercado, desde los 18 años, que lo puse en el pueblo. Lo cerré el viernes pasado porque estamos más dedicados a esto y a otro proyecto que no tiene nada que ver con el campo. Pero vamos, que lo hemos dejado por el caracol, porque te quita mucho tiempo, pero ahora mismo nos va bien".

La relación entre la pareja y la helicicultura nació como surgen muchas cosas curiosas en esta vida, leyendo un periódico. "Somos un poco culillo mal asiento, no paramos quietos, lo leímos en un periódico y nos estuvimos informando. Fuimos a formarnos al norte de España, hicimos un par de cursos, estudiamos y probamos", explica Miguel, que reconoce que desde el segundo año lo hicieron todo bien hecho y tienen su granja legal, hasta hoy.

Ahora tienen como infraestructura un invernadero de unos 1.000 metros cuadrados y luego una nave alquilada al Ayuntamiento donde guardan las cámaras frigoríficas donde mantienen a los caracoles durante meses para después llevarlos a los mercados. "Los compramos alevines a otra granja, no los reproducimos todavía. Los compramos recién salidos del huevo y los engordamos, para luego venderlos", explica Pareja.

Ampliar

Miguel asegura que para que el negocio funcion "te tienes que mover, como en todo", ya que quieto en tu casa "no da resultado".

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La temporada del caracol empieza a finales de febrero y termina en septiembre u octubre, lo que es el trabajo en el invernadero. Ahí, Miguel se encarga cada día de mirar que todo esté bien, "que el riego funcione bien y por la tarde de ponerle comida...". ¿Qué comen? Vegetación y algo de pienso, en polvo, que lleva calcio y cereales y que siendo natural le ayuda al caracol a que la concha se le ponga dura.

Después, una vez que ganan tamaño, los llevan a restaurantes del norte "porque allí se consume mucho, sobre todo en la zona de Cataluña" y luego en Mercagranada tienen también un distribuidor que se encarga de venderlos en toda la provincia. "Se le echan al arroz, en salsa con jamón y tomate, en Cataluña los hacen a la llauna, que los ponen en una parrilla asados y con especias. En Francia también son un producto exquisito", aclara el joven frailero.

Afirma Miguel que es complicado medir y cuantificar el número de caracoles que crían, pero normalmente sacan entre 3.000 o 3.500 kilos de caracol. Una cantidad importante y que podría ser más en un futuro, ya que no descartan que próximamente la granja crezca y sean capaces también de reproducirlos.

En definitiva, un arriesgado cambio en sus vidas que pretenden afianzar con un ritmo lento pero seguro, a paso de caracol.