Escucha aquí la columna de Lola Fernández

Morón de la Frontera

En este invierno desnudo de esperanzas, cubierto de dolor, no llueve, nieva ceniza, la que en nuestras frentes se nos fija cuando empezamos a vivir la Cuaresma.

El miércoles de ceniza, es el dintel de entrada a los cuarenta días en los que los creyentes, estamos llamados a la conversión y al arrepentimiento, a dejar atrás las cadenas que nos oprimen, y que muchas veces son las que menos pesan.

Este simple gesto es para nosotros el que nos aparta de las vanas glorias, nos muestran nuestra fecha de caducidad, la fugacidad de la vida, en la que se nos recuerda el sentido que debemos dar a nuestros pasos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.

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