Las barbas del vecino
Firma de Opinión de la periodista Irene Conteras
Las barbas del vecino. Irene Contreras
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Córdoba
Vaya por delante que, a priori, cualquier iniciativa pública para sacarle los cuartos a los turistas me parece bien, pero esas cosas hay que hacerlas, como decía Lola Flores, "con método". No quisiera yo traerme al espacio local una noticia de interés puramente sevillano, como si Sevilla fuera Madrid, donde todo lo que pasa es importante para nosotros. Pero es que al refranero, que es como una madre, hay que hacerle siempre caso y ya sabemos lo que dice de las barbas del vecino. El debate que está generando el cierre de la Plaza de España sienta precedentes muy cercanos y por lo tanto también interpela a una ciudad que ya ha escuchado alguna vez campanas en espacios que, no por ser joyas patrimoniales, dejan de ser las calles que transitamos, las plazas donde nos paramos a descansar o los Patios de Naranjos por los que cruzamos desde la calle Torrijos a por una tortilla del Santos. El debate, por cierto, no va de cobrar entrada o no por visitar un sitio. Va de tener una ciudad turística o un circo turístico donde vive gente.
Estamos de acuerdo en que es necesario inyectar ingresos extra a las arcas públicas para asumir no solo la conservación del patrimonio, también el agua extra que consumen los que nos visitan, la limpieza de la basura que generan o la seguridad ciudadana. Y ante esa evidencia, la tasa turística es como mínimo una opción a la que dejar de resistirse tan taxativamente. Dicho de otro modo, y citando otra vez a Lola, "si una peseta diera cada turista" igual se solucionaban algunos problemas y sin tener que levantar vallas nuevas.
Lejos de ser una estrategia contra la turistificación, ponerle un segurata con datáfono en la puerta a un espacio patrimonial que hasta el momento formaba parte de la vida de los habitantes supone de facto expulsarlos de él, por mucho que sus ocho apellidos locales les concedan bula. Y es muy posible que toda esta historia acabe en anécdota, pero la simple ocurrencia dice mucho de la filosofía gestora de quienes toman las decisiones allí, que son por cierto los mismos que aquí. Y a mí no me gustaría verme sacando el DNI a las puertas de una plaza o de un patio cordobés como si fueran discotecas.