Antonio Moral: "Granada se lo tiene que creer"
El director del Festival de Música y Danza, feliz ante la programación de su último festival, que gira y conecta con el eje del clasicismo: Viena
La Filarmónica de Viena, último milagro de Antonio Moral al Festival de Granada
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Granada
Se marcha Antonio Moral, elegante y embustero. Elegante por vestir con garbo, resuelto, la chaqueta americana entre despachos, bambalinas, hoteles y estudios de radio sin perder la sonrisa, tras su barba blanca desigualmente poblada y una talla física y moral que ha dejado huella en Granada; y embustero, por no airear la parte no aireable de los desencuentros y emboscadas varias con que Granada obsequia a menudo a sus forasteros por los callejones oscuros de sus contradicciones. Pues eso, también elegante ahí. Y embustero. "Granada se lo tiene que creer", dice firme, convencido y resignado a la vez.
Se marcha Antonio Moral después de cinco años al frente del Festival, de sortear la pandemia en un ejercicio de supervivencia y dignidad milagroso, y de impulsarlo a las alturas de la cultura europea, donde ahora orbita, después de Bob Dylan, la Filarmónica de Viena, y de haber homenajeado al flamenco invocando a Diego El Tenazas, el cantaor arriero de Morón de la Frontera que venció el concurso de Cante Jondo de 1922, cuando Lorca y Falla abrieron un ventanal para que el mundo descubriese el llanto y la magia, el pellizco y el duende.
Se marcha Antonio Moral obrando su último milagro: la visita a Granada el próximo junio de la Filarmónica de Viena, el más hermoso instrumento jamás contado. ¿Tiene usted dos entradas para mí?, le pregunta el locutor durante la entrevista. Del 7 de junio al 14 de julio, 116 espectáculos. Mozart, Schubert, Mahler, Blanca Li, Sara Baras, Paco de Lucía, Antonio Gades, Rajmaninov, Dvorak, Petrenko, Debussy, la OCG, la Orquesta de París, la Compañía Nacional de Danza, El Pele.... y una interminable lista que ahora soporta el papel, y que pronto será belleza y emoción, historia, bajo el manto estrellado de La Alhambra, en plena ensoñación en una noche de verano.