Una efeméride que no se olvida

Jerez de la Frontera

Ayer, día once de marzo, se cumplieron veinte años del mayor atentado jamás perpetrado en nuestro país. El once de marzo de 2004 todos los corazones de España quedaron sobrecogidos por la vil acción ocurrida en cuatro trenes de las cercanías de Madrid. Fallecieron ciento noventa y dos personas y resultaron heridas más de dos mil. El fundamentalismo religioso yihadista estuvo en el origen de la masacre. Eso lo supimos más tarde.

La fecha elegida por los terroristas no obedeció a la casualidad. En esos días el país se encontraba inmerso en los últimos momentos de la campaña electoral de las elecciones generales que se iban a celebrar ese mismo fin de semana, el domingo catorce de marzo. El contexto del momento, tanto a nivel interno como a nivel internacional, era propicio para el fin perseguido por los terroristas: provocar miedo y desestabilizar el país a las puertas de unas elecciones generales.

No consiguieron sus objetivos. Tras el terrible impacto de la noticia, la indignación popular por lo ocurrido fue ganando enteros. Once millones de ciudadanos y ciudadanas salimos a las calles de toda España en la tarde del día doce al grito de: “Con las víctimas, con la Constitución y contra el terrorismo”. Y el día 14, tras la jornada de reflexión del sábado, se celebraron las elecciones con una participación superior al setenta y cinco por ciento del censo electoral. Toda una lección de civismo y cultura democrática.

El resultado electoral, que terminó dando un vuelco a los pronósticos iniciales, confirmó una nueva prueba de madurez democrática: La mentira no es una opción en política. El engaño, la manipulación y la desinformación terminan siendo castigados en las urnas. Veinte años después, la lección sigue estando vigente y algunos brujos y sus aprendices no deberían olvidarlo.

Juan Carlos Camas Peregrino

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