Escucha el Paso Cambiado de Julián Granado

Morón de la Frontera

Pongamos que un día nos sentásemos a escribir nuestra historia, para guardarla en una cápsula del tiempo. A fe que no sería muy larga de contar. El Homo Sapiens descubrió el fuego y la rueda. Fundó civilizaciones, que vivieron tiempos de esplendor antes de darse el relevo. Viajó, sembró y guerreó. Para espantar la idea de la muerte, creó dioses y mitos, que la cristiandad globalizaría. Con la religión, nacería el “pecado”. Y hace mil años se corrió la voz de que el mundo iba a reventar, precisamente por sus pecados. Pero aquello fue una fake new medieval. Superado el trance del primer milenio, el hombre renovado se sacudió yugos de conciencia. Aprendió a disfrutar de las artes y a resolver problemas. Se sucedieron las invenciones.

Se inventó el dinero, y con él el Capitalismo, para sustituir la dicotomía de los amos y los esclavos por la de los ricos y los pobres. El ansia por progresar vendría a satisfacerla la Revolución Industrial, y para ordenar la convivencia se instauraría la Democracia. Solo por el hecho de nacer, el hombre sería declarado un ser libre. Pues bien: con la Declaración de los Derechos del Hombre petó nuestra civilización. Desde entonces, languidece de aburrimiento e irresolución. Las generaciones se suceden, sin que ninguna practique un ideario original: todas consumen el que les ofrece el mercado. La nueva Revolución Digital tiene que emplearse a diario en remendar estropicios mundiales, en fabricar planes embrutecedores, y en una carrera estratégica que ya no hay quien detenga.

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