Escucha el Paso Cambiado de Julián Granado

Morón de la Frontera

Además de trampolín al cielo, nuestra capital siempre ha sido bastión de la hispana resistencia contra el invasor, ya sea este carlista, gabacho, franquista, culé o social-comunista. El “No pasarán” de los madriles tiene la particularidad añadida de haber sido tradicionalmente abanderado por mujeres de una pieza, como Isabelona la Segunda o Dolores la Pasionaria. Hasta el punto de que, a los mandos de la Comunidad Autónoma, tres Agustinas de Aragón trasplantadas a la Puerta del Sol han forjado, a día de hoy, una saga para la historia. Una dinastía de chulapas al poder, aupadas, entre otros, por el populismo de chotis y verbena que las vota.

De hecho, Agustina I de Aguirre empezó como ministra de incultura con Aznar, y gracias a su condición nobiliaria, a sus méritos y al tamayazo, llegó a mandar más que Mesalina en la corte de Rajoy. Una viva estampa de la Primera se me antoja Agustina III de Ayuso, azote del sanchismo contemporáneo. Una aparente niña bien, dulce y modosita, que en cuanto se siente aludida, engarfia los espolones al grito de “El Estado contra mí”.

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