Del 11M y la mentira

Jerez de la Frontera

Del 11M Y LA MENTIRA

Cualquier democracia avanzada como la española peligra cuando el bulo, la mentira y la difamación ­—y tras ellos el odio— se extienden como la peste en el ámbito político y en muchos medios de comunicación con absoluta falta de ética profesional, y terminan infectando a toda la sociedad. Basta citar el caso reciente de Mónica Oltra, exvicepresidenta valenciana, a quien la oposición y sus medios afines le destrozaron la vida y arruinaron su carrera política acusándola de supuestos hechos delictivos que resultaron falsos.

Hace justo veinte años, la primera inmensa y terrible mentira de nuestra democracia fue la que el gobierno saliente de Aznar tramó al atribuir a ETA la autoría de los horrendos atentados del 11M de 2004, a sabiendas de que las pruebas remitían al terrorismo yihadista, como así se demostró. Había elecciones generales tres días después, Rajoy tenía las encuestas a su favor, con lo que al PP aznarista no le convenía aceptar oficialmente la verdad porque perjudicaba las opciones de ganar de su candidato. Resultó que esa gran mentira fue un bumerán que echó abajo la engañifa y venció por mayoría ZP, que la había denunciado durante esos últimos días de campaña.

Temían que el pueblo soberano relacionara los atentados yihadistas con aquella otra gran patraña protagonizada un año antes por el señor Aznar junto a los señores Bush y Blair, cuando insistieron en mentir afirmando que había armas de destrucción masiva en Irak y otras falsedades sobre el régimen de Hussein, con las que justificaron la invasión militar del país en una guerra devastadora que lo dejó semidestruido.

Al cabo de los años irrumpió el infame personaje de Donald Trump y desde entonces la mentira, la difamación y el odio se hicieron globales, y así hasta hoy. Incluso hemos acuñado el palabro de trumpismo para definir ese tipo de política basada en mentir e injuriar a los adversarios continuamente. En España la exclusiva, aparte de Vox, y cómo no en las filas del aznarismo impune, la tienen figuras trumpistas de postín que no hace falta nombrar.

Peligra nuestra democracia si no exigimos y logramos que la razón, la verdad y la ética se impongan a la sinrazón, la mentira y la inmoralidad en el funcionamiento del Estado y de la sociedad.