Francisco Fernández: "En UGT Andalucía no había ni trampa ni cartón"

Sevilla

En UGT "no había trampa ni cartón", no había doble contabilidad y ningún organismo les advirtió de que estuvieran actuando de forma irregular, lo ha dicho ante el Tribunal que le juzga el ex secretario general de UGT en Andalucía, Francisco Fernández, que este lunes tampoco le ha contestado al fiscal. No lo ha hecho en toda la investigación. Se enfrenta a siete años de cárcel por los supuestos delitos de fraude de subvenciones y falsedad en documento mercantil. Con su interrogatorio han comenzado las declaraciones de los acusados en el juicio al sindicato andaluz, que se sigue en la Audiencia de Sevilla.

Fernández no sabía lo que era el bote, uno de los sistemas que supuestamente ideó el sindicato, para cometer los delitos, que consistía en pedirle a los proveedores que hicieran facturas falsas. Otro de los acusados, el que fue responsable de la finanzas, Federico Fresneda, ha dicho, por su parte, que el bote era lo que ellos llamaban un anticipo a las empresas que previamente le habían pedido un adelanto al sindicato para hacerle algún trabajo.

Sobre el rápel, que eran los descuentos que le hacían las empresas a UGT Andalucía pero que luego no lo declaraban ante la Junta a la hora de cobrar las subvenciones para la formación, el ex secretario general lo conocía pero era algo que él no negociaba ni controlaba, "lo hacía el personal que se dedicaba a la gestión". Fresneda ha explicado que el rapel no se podía descontar a la subvención porque llegaba cuando ya se había justificado la factura ante la Junta.

Tanto uno como otro han reconocido que recibían cada mes 900 euros para gastos de representación que debían justificar después.

Fernández Sevilla ha contado que la situación en el sindicato se volvió "inasumible" cuando comenzaron a aparecer todas las informaciones periodísticas y decidieron "con la mayor transparencia" entregar un disco duro con la contabilidad del sindicato andaluz en una notaría de Sevilla, lo que está sirviendo como prueba en este caso de la existencia de un bote y un rápel.

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El "error de la UGT", según su ex secretario general fue que tuvo que endeudarse con los bancos para gestionar la estructura que se había creado.