Nuestras raices

Galerías subterráneas de Arahal - Época romana

Arahal
Rafael Martín Martín - El comentario de hoy va a girar en torno a la búsqueda de nuestras raíces. ¿Cómo surgió nuestro pueblo? ¿ De qué fecha estamos hablando? ¿ Quiénes fueron sus primeros moradores? Dudas que siempre se nos ha planteado cuando miramos a un pasado lejano y que a lo largo de este comentario se dará respuestas a esos interrogantes.
La búsqueda de nuestras raíces es una reflexión fascinante que nos conecta con nuestra historia y nuestro sentido de identidad. En el caso de nuestro querido pueblo, Arahal, remontarnos a sus orígenes nos lleva a explorar un pasado rico en cultura y tradición.
Aunque es difícil establecer una fecha exacta, los primeros vestigios de asentamientos en nuestro término municipal nos remontan a épocas muy remotas, posiblemente incluso antes de la era romana. Estos asentamientos periódicos de diversas civilizaciones, como la prerromana y la romana, han dejado huellas en nuestro territorio, como la reciente evidencia de una calzada en las calles Marchena y Consolación, así como los hallazgos en la Torre del Cincho, una torre funeraria en la antigua villa romana de Bassilipo.


La presencia de subterráneos en el barrio del agua y la necrópolis paleocristiana en la zona de la Palmera también nos hablan de una rica historia que abarca desde la época romana hasta la medieval, así como los restos árabes esparcidos por todo nuestro término municipal son otra prueba de la diversidad cultural que ha marcado la historia de Arahal.
La historia de nuestro pueblo es un mosaico de culturas y civilizaciones que han dejado su huella en nuestro territorio a lo largo de los siglos. Explorar nuestras raíces nos permite comprender mejor quiénes somos y cómo hemos llegado a ser la comunidad que somos hoy en día.
Estos son solo algunos destellos de la fascinante historia que envuelve a Arahal, una historia que se remonta a tiempos antiguos y que sigue viva en cada rincón de nuestra querida localidad.
Sin embargo, para comprender los orígenes de nuestra localidad tal como la conocemos hoy, es crucial adentrarse en el asentamiento urbano que marcó el inicio de nuestro pueblo.
Sobre la terminología de El Arahal, siempre han existido diversidad de opiniones sobre el significado de este término. Sin duda, es un término árabe, derivado del vocablo arábigo Ar-rabal, término que se refiere a un descansadero de ganado o al espacio donde se guardan las reses. Es, pues, un término aplicado a una pedanía medieval de ganaderos situada en un sitio estratégico a medio camino entre la capital, Sevilla y la antigua Urso romana, la villa de Osuna.
Esta privilegiada situación, unida a la protección que la retaguardia moronense ofrecía a las tierras de la campiña, terminaría provocando el paulatino asentamiento de pastores y su posterior concentración. A ello se unió la política de consolidación y expansión poblacional que realizaron los diferentes maestres de la Orden de Alcántara, orden a la que le concedió Sancho IV en el año 1285 el privilegio por los servicios prestaos en la guerra contra los musulmanes. Estos factores pueden explicar que el lugar de El Arahal comenzara a crecer a lo largo del siglo XIV.


Fue precisamente de este período del siglo XIV cuando ya hay constancia documental sobre la existencia de nuestra localidad. El documento es una carta del rey Alfonso XI, fechado en el año 1342 sobre el tercio de los diezmos del término de Morón, Cote y El Arahal, lo que ya nos indica la existencia claramente de ese núcleo poblacional.
Por tanto, la tan mencionada fecha de 1240 que se reflejan en muchos artículos relacionados con la reconquista de Fernando III en concreto sobre el lugar de Arahal, no tienen base científica, como tampoco la aseveración del patronazgo de Santa María Magdalena, precisamente concedido, a raíz de la reconquista del rey antes mencionado. Más bien son leyendas sin una constatación documental.
Este nuevo asentamiento urbano, conocido como lugar de El Arahal era de poca extensión, ubicado en la zona que gira en torno a una ermita, de la que se tiene constancia de su existencia en el año 1355 con el nombre de la iglesia de San Salvador, ( actual Santa María Magdalena) lugar donde fue enterrado don Suero Martínez, maestre de la Orden de Alcántara, reflejado así en la obra Historia de Morón, del profesor Collantes de Terán y mencionado en un artículo publicado por mi predecesor D. Antonio Nieto.
El espacio urbano inicial de esta localidad comprendería lo que hoy es la zona comprendida por las calles Marchena, Misericordia, Consolación, Horno, San Sebastián, Mercadillo de la Iglesia y calle Colmena; todas en torno a la citada iglesia.
Pero el verdadero crecimiento de este lugar fue a lo largo de la segunda mitad del siglo XIV, adquiriendo entidad política su consejo ( actual Ayuntamiento) que empieza a aparecer muy temprano en fuentes de tipo fiscal, pagando tributos eclesiásticos y contribuyendo a las gastos defensivos del villazgo del que dependía desde sus inicios, que era Morón de la Frontera.
Durante todo este período, la armonía entre Morón y su lugar de El Arahal era total, pero, poco a poco fue debilitándose, por el ansia de autogobierno de la que ha hecho gala a lo largo de toda su historia El Arahal, deseando ya desde este período el afán de zafarse de su dependencia, que no llegó hasta el año 1554, fecha en la que obtiene el título de Villa, separándose de la jurisdicción de Morón.
Fueron muchos los desencuentros a lo largo del siglo XV, porque El Arahal inició un importante despegue, frente al anquilosamiento de la villa de la que dependía. La situación estratégica de este lugar, a pie de una de las vías de comunicación más importante de la región, que unía el sur y las tierras del interior peninsular y ser lugar obligado de paso para el tráfico de personas y transporte de mercancías, a lo que se unía que El Arahal hacía las veces de posta en este trayecto, pues dividía la ruta hacia la costa en dos tramos prácticamente idénticos entre Sevilla y Osuna. A ello contribuía igualmente la riqueza de sus tierras, la importancia de sus dehesas, la potenciación de la ganadería y la seguridad, al encontrarse en la retaguardia de la zona fronteriza morisca, pudiendo considerarse como las causas fundamentales del importante empuje que El Arahal experimentó a lo largo del siglo XV.


Un cambio importante se produce a mitad del citado siglo, cuando su territorio lo asume D. Juan Pacheco, el marqués de Villena, en el año 1461, mediante un trueque con la Orden de Alcántara, dueña hasta ahora de todo este territorio junto con Morón y Cote. Poco después, en el año 1477 estos lugares fueron vendidos por el marqués de Villena a su hermano Pedro Girón, I Conde de Ureña, iniciándose así el señorío jurisdiccional de lo que sería la Casa de Osuna.
Todos estos cambios y trueques alentaban a los nuevos propietarios a conceder dádivas para atraer repobladores que fueran asentándose en sus nuevas tierras, potenciándose las riquezas de las mismas, como así fue en el lugar de El Arahal, donde la ganadería fue el motor económico de su población, de la que, por cierto, ya hay constancia de la misma, como así se refleja en el documento de trueque del año 1461.
En el citado documento figura por primera vez el número de habitantes del lugar, que ascendía a doscientos noventa vasallos, que suponía unas mil ciento sesenta almas, un número de cierta importancia, si lo comparamos con la villa de Morón que figura con doscientos noventa y ocho vasallos, unos mil ciento noventa y dos almas, prácticamente la misma población que el lugar de El Arahal.
Fue tal la importancia económica del sector ganadero, en especial la de la ganadería de montura y de tiro, como el mulo y el burro, que, con motivo de la toma de Granada en 1492, los arrieros arahalenses llegaron a cobrar una importante cantidad , sólo superado por los arrieros de Carmona, Marchena, Écija y Sevilla.


El panorama urbanístico del lugar de El Arahal sufre igualmente una importante modificación, al ampliarse y extenderse por su zona norte y por su zona este, en un entorno alrededor de la ermita mudéjar del Santo Cristo de la Misericordia, que acaba de construirse en los últimos decenios del siglo XV, apareciendo la zona de la Plaza Vieja, la actual calle Juan Leonardo, la calle Mogrollos, la calle Mina, la calle Huerta y la calle del Pilar, conformándose ya un núcleo de relativa importancia, dado el despegue que año tras año va experimentando este lugar por su riqueza ganadera y sus fértiles tierras, potenciándose la agricultura que junto a la ganadería serían la base económica del lugar de El Arahal a partir del siglo XVI, etapa a la que nos referiremos en un próximo comentario.
Fdo: Rafael Martín Martín - Cronista de la Villa de Arahal
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