Primero de Mayo del trabajador quemado
La periodista Ana Huguet reflexiona en su columna de La Ventana Andalucía sobre el Día Internacional del Trabajo
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Sevilla
Este miércoles es Primero de Mayo. Les podría decir que el porcentaje más alto de desempleados en Andalucía es el de los desocupados que lleva dos años o más sin encontrar trabajo; les podría hablar de que la tasa de paro femenina en nuestra comunidad supera en siete puntos la media nacional mientras que la brecha en la masculina no supera el 4%; les podría contar que, en el último año, el desempleo en Andalucía ha caído casi la mitad que en el conjunto del país.
Les podría recordar que cada cinco minutos se contabiliza un accidente de trabajo por un repunte de los siniestros graves de más de un 4%; que uno de cada cuatro accidentes graves en España se registran aquí y que una de cada cinco muertes en el tajo se produce en territorio andaluz, donde muere un trabajador cada dos días y medio.
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Pese a la gravedad de todas estas estadísticas, este Primero de Mayo les hablaré de ése empleado que aún teniendo la suerte de trabajar en el sector que ha elegido, está quemado. Según el último observatorio Adecco, hasta la mitad de los ocupados sufre este síndrome llamado de manera global ‘burnout’. Cuesta encontrar en la frutería, en el bar, en la cola de una administración, en una reunión familiar o de amigos un trabajador medianamente a gusto. Es fácil toparse con sanitarios que no dan a abasto mientras soportan la precariedad de los contratos temporales, empleados de banca hasta las narices de vender televisores para hacer sus números, vendedores con objetivos más inalcanzables cada año, curritos que asumen la producción con plantillas reducidas, educadores desprestigiados, economistas reemplazados, abogados desesperados, profesionales acelerados o periodistas mal pagados.
El margen de mejora es inmenso. Y aunque no creo que estos males se arreglen con la jornada semanal de cuatro días, podríamos empezar por regular, cuanto antes, un derecho real a la desconexión.
Concluyo: Primero de Mayo de 2024. No hay trabajador más improductivo que el que está achicharrado.
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