Un año para resolver la encrucijada
Firma de Opinión de Claudia Zafra, presidenta de Unicef en Andalucía
Un año para resolver la encrucijada. Claudia Zafra
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La Fiesta de la Cruces en una ciudad como Córdoba se encuentra en una encrucijada. Por un lado, la fiesta forma parte del itinerario emocional de quienes vivimos en ella; por otro, se está convirtiendo en una actividad que invade los espacios cercanos con conductas no cívicas que rompen la convivencia y el respeto a residentes en calles y plazas. La fiesta ha cambiado al convertirse en un problema de convivencia, en un peligro para el patrimonio cultural, en una forma de beber en calles y plazas sin control y sin los suficientes servicios básicos exigidos en otros tipos de efemérides o festejos.
Quizás estoy confundida pero creo que hasta la fiesta de las Cruces de Mayo ha llegado la tendencia actual de mostrar que se está en la “pomada. Necesitamos ser vistos en las más “famosas”, y por supuesto poder dejar testimonio de que “nosotros hemos estado allí”. Fotos, videos, en solitario o en grupo. Mira, mira, que “mogollón” de gente y “yo estaba allí”. Vivimos en una sociedad narcisista que reclama reconocimiento y visibilidad individual como jóvenes adolescentes que buscan el éxito inalcanzable. Y así nos va.
Por suerte, en algunas de las Cruces se ha mantenido el vínculo con el barrio, con el gusto por el arte florar, por el baile y de este modo mantener la singular idiosincrasia de recorrer la ciudad en itinerarios diferentes a los habituales y descubrir rincones, plazas, barrios y espacios que completan la imagen global de la ciudad a residentes y visitantes.