Impuesto a la cultura, nacionalcatolicismo y desigualdad social

La doctrina del Partido Popular siempre ha sido contraria a la aplicación de impuestos, aunque en los últimos tiempos se tambalee por el desmoronamiento de los servicios públicos provocado por esta doctrina. Es sencillo: si no hay ingresos en las arcas públicas, nuestros padres se mueren de cáncer en las listas de espera, nuestros hijos de calor en los colegios por falta de aire acondicionado y nuestras madres se mueren de pena esperando la ayuda a la dependencia.

Aunque a veces se identifican situaciones paradójicas, que en todo caso nada tienen de inocentes. Como la creación del impuesto a la cultura de Moreno Bonilla. Sepa usted que a partir de ahora tendrá que pagar la entrada a todos los museos propiedad de la Junta en Córdoba o el resto de Andalucía, como el Arqueológico, Medinat Azahara, Arte Contemporáneo, Julio Romero de Torres o Torre de La Calahorra. Sepa usted que el mantenimiento y remodelación de muchos de esos museos los ha venido pagando la Comisión Europea con fondos públicos.

Pues bien, la voluntad del Partido Popular ahora es que la cultura no debe ser accesible a todo el mundo. Este lema de “La cultura solo para quien pueda pagarla” también llega a nuestros museos públicos, ensanchando la desigualdad social como pulso de las políticas de la derecha. Esto significa que en una ciudad donde la renta media familiar en el Polígono Guadalquivir y el Sector Sur es de 15.000 euros al año, mientras que en zonas del Brillante es de 160.000, está claro que algunas familias cordobesas se encontrarán con evidentes barreras económicas para acceder a los museos públicos.

Solo nos dejarán accesible la cultura nacionalcatólica, santos y más santos, pasos de Semana Santa y actos cofrades, como única cultura. No tenga duda de que existe la voluntad de enaltecer un único paradigma cultural, el nacionalcatólico, cercenando así la inquietud, la creatividad y la mirada crítica, que emerge de otras muchas ideas asociadas a la expresión cultural.