El audi y el almezo

Hace unos meses me encontraba con un grupo de alumnos y alumnas de 4º de Secundaria en el paseo de la Ribera para dinamizar una ruta ambiental por el margen del río explicando su dinámica fluvial, la formación de sus riberas, su dotación de Flora y Fauna....

Después de las presentaciones y considerando que nos encontrábamos bajo un imponente almezo que nos regalaba sombra, frescor y aire limpio les pregunté si sabían cómo se llamaba ese árbol. Ninguno de los 30 niños y niñas del grupo supo identificarlo.

A continuación, y como frente a nosotras había algunos coches aparcados, les pregunté si sabían la marca de los más cercanos. Enseguida se alzó un coro de voces diciendo: “Un Audi”, “un VolksWagen”, “Un Peugeot”….

Me quedé totalmente chocado con esta brutal contradicción: el grupo hacía gala de un tremendo analfabetismo ambiental y sin embargo exhibían grandes conocimientos de algo absolutamente superfluo e intrascendente. Si extrapolamos esta anécdota al conjunto de conocimientos que nuestros hijos y nuestras hijas están acopiando, el panorama es aterrador.

Está claro que nos estamos equivocando. Hemos construido un mundo al revés, al servicio de la tecnología y del consumo, un mundo en el que ya no somos capaces de reconocer la grandeza del medio natural, del que formamos parte y del que somos extremadamente dependientes.

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Estamos a tiempo de revertir esta situación, pero para ello tendremos que aprender a poner la vida en el centro y no las cuentas de resultados de las sociedades anónimas que condicionan de esta manera tan gráfica la formación que estamos dando a nuestros hijos y a nuestras hijas.