Sevilla azul de cara a Europa con alguna alarma

El PP ganó en la provincia de Sevilla unas elecciones europeas. Por 1.356 votos de diferencia, pero las ganó en un domingo con chaparrones propios del final de una primavera. Es un resultado destacable porque la provincia sevillana ha sido siempre un fortín del PSOE, la tierra de Felipe y Guerra, donde está la agrupación más fuerte de España, un bastión que nunca fallaba al partido del puño y la rosa y que ahora también lo hace en unas europeas. La provincia se tiñó de azul, todo un símbolo.

La capital ya es de este color desde comicios anteriores. Y la provincia nos dejó el regalito de un sevillano, Alvise Pérez, que irrumpe en Europa con tres escaños con un discurso marcado por un populismo líquido, extremista, encendido y muy inquietante que rima con… alarmante.

Hoy el foco nacional se irá de nuevo a Cataluña, nosotros seguiremos viviendo los días de la moción de confianza a la que se ha sometido el alcalde, hecho inédito en la historia de la democracia en nuestro Ayuntamiento; el comienzo del festival de Icónica, las obras de los proyectos urbanísticos que avanzan con intensidad junto al Río, las cifras de éxito de la visita turística a la Catedral y el debate perenne de los excesos en las redes sociales y en la calle.

Porque de Europa se ha hablado poco en los bares, en el tranvía y en los ascensores. Pero sí de unos excesos que ya sabemos que no se reducirán ni en el verano que viene. Sufrimos problemas parecidos a los de las grandes ciudades de Europa, pero, eso sí, nosotros con aire acondicionado. En el máster de lucha contra el calor no nos dan lecciones ni los alemanes.