Los indignados, indignados

Jerez de la Frontera

Leo algo que me hace pensar.

Dice Batistuta, el mítico delantero argentino, que Milei es la gente que se cansó del cuento, del verso y justamente de la política.

No sé si Milei lo resolverá o no, o si será más de lo mismo, pero indudablemente es el producto del hartazgo por una interminable fila de políticos que solo pensaron en ellos mismos.

Y sin querer, la vista se me vuelve a España.

Y recuerdo a los indignados que inundaron las plazas de España, transversales, los más sin siglas. Iban contra lo mismo; contra una casta política para sí misma y no para la gente. Y ese clamor fue aprovechado por unos listos que pronto se convirtieron en casta política de privilegios, chalé y Dior, pero muy de izquierdas.

En la calle percibo que la gente está rozando el límite. O peor, que están empezando a resignarse y a pasar; como advertía Saramago.

Y si los partidos tradicionales de gobierno olvidan que son meros empleados para convertirse en enaltecidos caciques, y si toman decisiones para sí mismos y no para la gente, y si utilizan la trampa para esquivar la ley, y si utilizan la desvergüenza y la mentira para prostituir lo correcto, viene a ser casi previsible que la gente busque refugio en los extremos.

Y aparecerán entonces como moscas de verano los indignados, indignados.