Un paseo por el antiguo Arrecife de Sidueña
Con Agustín García Lázaro recorremos Jerez y su entorno cada semana
El Paseíto
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Jerez de la Frontera
Nuestro espacio con Agustín García Lázaro "El Paseíto" nos lleva esta semana a recorrer el antiguo Arrecife de Sidueña, un paseo urbano horizontal y cómodo, un trazado de 1755, que discurre en su mayor parte por la Avenida de Blas Infante.
El paseo de hoy comienza en la Puerta del Arroyo para, desde aquí, dejando atrás el casco histórico, seguir por la calle Calzada del Arroyo hasta el cruce con la Cuesta de la Chaparra.
El paseo de hoy recorre el antiguo Arrecife o Camino de Sidueña cuyo origen pudo estar en la propuesta de obras de utilidad pública que el Ayuntamiento jerezano envió al Gobierno de la nación, aprobadas en 1754. Entre ellas se encontraba la construcción de un camino desde la ciudad a El Puerto de Santa María, del que partiría un ramal hasta el embarcadero del Portal. En 1755 se iniciaron las obras con la presencia del jerezano D. Tomás Geraldino, consejero en la Corte del Supremo Consejo de Indias, terminándose 2 años después.
El camino partía junto a la Ermita de Guía, donde había una primera glorieta o “platea”, seguía recto por la actual Avda. Blas Infante hasta el Cerro de Frutos, donde había una segunda platea (la actual rotonda del Balneario), en la que confluía la cuesta de san Telmo, y seguía hasta El Portal y Sidueña. Este mismo camino era el que seguía el proyecto de canal entre la Ermita de Guía y el embarcadero de El Portal en el Guadalete que proyectaron en 1581 Mariano Azaro y Francisco de Montalbán, ingenieros de la corte de Felipe II y que, lamentablemente, no llegó a ejecutarse.
Tratando de seguir aquel arrecife, iniciamos el paseo en la Puerta del Arroyo que, como puede leerse en la lápida que figura en ella, se edificó en 1500 y, tras varias reformas, fue reedificada en 1763. Conocida como Puerta Nueva, daba salida a los caminos que conducían a Rota, Sanlúcar y El Puerto. Por aquí cruzaba el arroyo de Curtidores, hasta que fue encañado y soterrado, en dirección al río Guadajabaque del que era tributario. Adosada a él, queda la capilla de la Virgen de la Antigua, construida a inicios del XVIII.
Caminamos ahora por la calle Calzada del Arroyo que tras recorrer 250 m nos conduce al cruce con la Cuesta de la Chaparra. A la izquierda han quedado los muros de la Gran Bodega Tío Pepe, proyectada por el conocido ingeniero Eduardo Torroja Miret en 1960. Tras su muerte, y bajo la dirección de su hijo J.A. Torroja Cavanillas y del arquitecto F. de la Cuadra e Irizar, se construyó esta bodega de dos plantas entre los años 1961-1964, destacando en ella las cuatro grandes bóvedas de hormigón de 42 x 42 m que cubren el edificio. Al final de la calle, en la esquina de la Cuesta de la Chaparra, destaca el pórtico de los jardines de la bodega Fundador, realizado por el arquitecto F. Hernández Rubio en 1907. Aunque la obra original fue modificada, aún se mantienen en ella el arco central, flanqueado por dos pináculos, presentando en su parte superior el escudo de Domecq (anteriores propietarios de la bodega) sobre una guirnalda con piñas. En tiempos pasados, tanto a ambos lados de la calle Calzada del Arroyo, por la que caminamos, como en la Cuesta de la Chaparra y los alrededores de la Ermita de Guía se ubicaban aquí alfarerías y tejares, como el de La Cartuja, o, más cercana en el tiempo, la Ladrillería Jerezana“”, de Miguel Martín, cuyos edificios aún estuvieron visibles hasta la década de los 80.
Hacemos un alto en nuestro recorrido para acercarnos a la Ermita de Guía, que tiene su origen en una pequeña capilla que fue cedida a los agustinos en 1532, como apunta el historiador M. Romero Bejarano en su libro “Iglesias y Conventos de Jerez”. Se encontraba situada en un entorno encharcadizo, junto a la Laguna del Rey y el arroyo de Curtidores, que salía de la población por la Puerta Nueva. Ello motivo el traslado de los monjes en 1623 y el abandono de su capilla. Tras su posterior reconstrucción en 1675, se dedicó entonces a San Isidro Labrador. Con la desamortización fue dedicada a otros usos durante el siglo XIX, siendo adquirida a comienzos del XX por el marqués de Torresoto, quien la rehabilitó de nuevo para el culto y utilizó también como escuela.
En la década de los 80 fue sede del Fútbol Club Soberano, pasando más tarde la propiedad del edificio al Ayuntamiento, cediéndose en 1997 a la Hermandad del Perdón, que lo rehabilitó y lo ocupa actualmente. Desde 2005 el entorno de la Ermita se vio tristemente alterado con la construcción de un gran bloque de pisos por Inmobiliaria Osuna, como vemos en la actualidad. El edificio de la ermita ha sido atribuido al arquitecto jerezano Diego Moreno Meléndez, a quien se deben también las alcobas de agua situadas bajo el edificio de las que se conservan sus lápidas.
Junto a la Ermita de Guía, el paseante puede visitar la antigua Fuente de la Alcubilla. La fuente era abastecida por medio de un acueducto que conducía el agua desde el manantial de la Alcubilla, en Los Albarizones. La obra fue realizada por el maestro fontanero Juan Vélez en 1555 por encargo de la ciudad, si bien la fuente entró en servicio tres años más tarde. A lo largo del siglo XVI, tanto el acueducto como la fuente pasaron por numerosas vicisitudes, hasta su cierre definitivo en 1869 con la traída de las aguas del manantial de Tempul. Como se indica en las lápidas que vemos en el edificio de la fuente, fue reparada en 1594 y reconstruida posteriormente en 1670. El historiador Romero Bejarano atribuye al ingeniero Cristóbal de Rojas su trazado, en 1612, por las similitudes de sus elementos decorativos con los de la portada del convento de Santo Domingo de Sanlúcar, obra de este mismo autor.
Tras cruzar por la rotonda de Cuatro Caminos, caminamos ahora por la Avenida de Bas Infante. Al poco llegamos a la rotonda del Consejo de Europa. En este mismo lugar, en la esquina de la calle Arquitecto José Vargas, estuvo la Estación de la Alcubilla, perteneciente a la línea Jerez Sanlúcar. Creada para dar salida al vino de Jerez a través del embarcadero de Bonanza en el Guadalquivir, entró en funcionamiento en 1877, siendo clausurada en 1965. Con parada en el apeadero de Las Tablas, esta pequeña línea, de 29 km, daba servicio a muchos trabajadores de las viñas. Al otro lado de la rotonda, al inicio de la c/ Alvar Fáñez, aún puede verse la casilla donde residía el guarda agujas que cerraba el paso a nivel cuando circulaba aquel viejo tren. En esta rotonda del Consejo de Europa, frente a la antigua Estación de la Alcubilla, se ubicaba el “puerto de Jerez”, donde terminaba un canal que unía la ciudad con el Portal y el Guadalete, facilitando así el transporte marítimo con el Puerto de Santa María, según el proyecto del ingeniero vasco Juan Machimbarrena en 1946 que no llegó a ejecutarse.
Siguiendo por la avenida, algo más adelante pasamos junto a Cerámica Amaya, veterano comercio dedicado a la artesanía del barro, heredero de las alfarerías y tejares que hubo en este lugar y de los que, todavía, pueden verse los vestigios de sus antiguos hornos, al inicio de la calle Arquitecto José de Vargas.
Continuando nuestro camino, queda a la derecha el Campo de la Juventud, una zona deportiva proyectada durante la alcaldía de D. Álvaro Domecq, a mediados de los 50, y construida bajo el patrocinio del Frente de Juventudes. El campo de fútbol, sede del Jerez Industrial C.F., pasaría a denominarse Estadio Pedro Garrido desde 2021. Junto al estadio queda también el albergue de Inturjoven, abierto en 1965 como “Colegio Menor Primo de Rivera" donde estuvo también ubicado el colegio público Juventud hasta su traslado a un edificio de nueva construcción.
Algo más adelante, pasamos junto a la populosa barriada de Santo Tomás de Aquino. Nacida en 1959, cuenta con 500 viviendas distribuidas en 18 bloques. Frente a ella, ocupando el margen izquierdo de la avenida Blas Infante, queda la barriada de Federico Mayo, la primera de las edificadas en las Playas de San Telmo, en 1951, en esta zona llana y encharcadiza, conocida popularmente como El Chicle. Toma su nombre del que fuera director del I.N.V. desde los primeros años del franquismo, Federico Mayo Gayarre.
Llegamos ya a la rotonda del Balneario. Al inicio de la Avda. Puertas del Sur, aún se observan las escaleras y algunos muros del antiguo Balneario de San Telmo. En los últimos años del s. XIX, en los que la balneoterapia gozaba de gran predicamento, el marqués de Bonanza, Manuel Críspulo González Soto, construyó un balneario para explotar las aguas sulfurosas que afloraban en un pozo de su propiedad. Se levantó aquí un lujoso edificio, rodeado de jardines y arboledas, que contaba con todas las comodidades y sus instalaciones permitían distintos tratamientos de baños, duchas, baños de asientos, pulverizaciones e irrigaciones, gárgaras… muy indicados en el tratamiento de enfermedades cutáneas, nerviosas y reuma. Tras su venta en 1911, acabó por cerrar. Siendo alcalde Tomás García Figueras (1958-1966) se utilizaron sus barracones y estancias para acoger a las familias damnificadas por las inundaciones del Guadalete.
El paseo termina en esta rotonda que marca el inicio de la Avda. Cantos Ropero hacia El Portal y donde confluyen también la Avda. de la Libertad que nos lleva hasta Vallesequillo y la C/ Beato Diego de Cádiz, cuyo tramo final, la Cuesta de San Telmo nos deja junto a la Ermita de San Telmo. Siguiendo cualquiera de estos caminos podemos alargar nuestro paseo. Este paraje, llano e inundable, es conocido desde antiguo como “Segunda Platea”que tiene aquí el significado antiguo de “lugar amplio y espacioso” y donde el arrecife trazado entre 1755 y 1757 formaba una gran glorieta arbolada en la confluencia, como hoy, de varios caminos. Junta a ella estaba el Cerro del Fruto o de Frutos, del que tal vez deba su nombre a Juan de Frutos, carretero, propietario de tierras en el Camino hacia la aldea del Portal, ya en 1524.